martes, 22 de diciembre de 2015

Las pruebas del fraude guadalupano


Todas las religiones son solamente farsas sostenidas en mitos que la gente cree por ignorancia o por repetición constante de su sociedad, y porque toda su cultura ha sido armada para seguir esos rituales y creencias como si fueran parte de la realidad. La ceguera cultural es absoluta en algunas personas que han terminado creyendo que los mitos de la religión son ciertas. Pero no lo son. Son solo mitos. Todas las religiones están hechas de mitología que se remonta a siglos atrás, incluso a milenios. Lo trágico de nuestro tiempo es que resulta muy difícil abrirles los ojos a la gente. Pero hay que seguir en el empeño por desmitificar la religión y desengañar a la gente pues eso nos hará una sociedad más racional y libre. Como dijo Carl Sagan: desmitificar la farsa de las religiones es un servicio a la civilización.

Una de las mayores farsas montadas por la Iglesia Católica para embrutecer a la gente es el mito de la virgen de Guadalupe. De hecho todo el mito de María y su embarazo mágico es un cuento que millones creen al pie de la letra, lo cual ya de por si constituye todo un reto a la inteligencia y la sensatez. Pero el embuste montado alrededor de la virgen de Guadalupe es muy fácil de probar. Hay multitud de evidencias que prueban la mentira. Acá exponemos algunas de las más conocidas.

En el cerro del Tepeyac mucho antes de la llegada de los españoles los indígenas tenían un templo dedicado a la diosa Tonantzin. A esta diosa le dedicaban la fiesta mayor en el mes de diciembre. Hasta la fecha muchos habitantes de Centroamérica vienen en diciembre no a celebrar a la guadalupana sino a la Tonantzin.

La basílica de Guadalupe se encuentra construida justo encima del templo de la Tonantzin. La imagen de la guadalupana no es de origen mexicano. su origen es español, más precisamente moro.

Cuenta la leyenda que a mediados del siglo XII el vaquero Gil Cordero se encontró una pequeña imagen morena de la Virgen María, en los márgenes del río Guadalupe en la sierra de Villercas, provincia de Cáceres España, de ahí el motivo de su nombre de Guadalupe, por ser hallada en dicho río, en la región de Extremadura. En 1338 el rey Alfonso XI mandó levantar un templo dedicado a la virgen de Guadalupe en España. Los primeros indígenas americanos llevados por Cristóbal Colon a España fueron bautizados en ese templo en 1496.

En el diccionario ESPASA, tomo 13, página 93, al buscar Guadalupe describe lo siguiente: IMAGEN DE LA VIRGEN MARIA HALLADA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIII, SEGÚN CONSTA EN DOCUMENTOS, POR EL VAQUERO GIL CORDERO A ORILLAS DEL RIO GUIADALUPE EN ESPAÑA.

Hernán Cortés, originario de la región de donde se venera a la guadalupana, traía un estandarte de la virgen de Guadalupe. Hernán Cortes mando construir una ermita en el cerro del Tepeyac y colocó allí una copia de la imagen de la virgen de Guadalupe.

¿Por qué en el cerro del Tepeyac? Porque los españoles, en un plan muy inteligente, iniciaron la sustitución de los dioses indígenas por las imágenes católicas, ejemplo:

- IMAGEN INDIGENA = IMAGEN CATOLICA
- TLALOC DIOS DE LAS AGUAS Y DE LA LLUVIA = SAN JUAN BAUTISTA
- XOCHIPILI DIOS DE LAS FLORES = SAN ISIDRO LABRADOR
- TONANZIN MADRE DE LOS DIOSES = MARIA MADRE DE DIOS

Y así miles de indios terminaron creyendo que sus dioses solo habían cambiado de nombre y figura. Miles de indios fueron asesinados por la Santa Inquisición Mexicana por negarse a creer en las imágenes católicas.

Uno de los que mas daño hicieron a personas y edificios fue un obispo, Juan de Zumárraga, quien confiesa en escritos enviados a España , haber destruido mas de 20 mil ídolos y mas de 500 centros ceremoniales mexicanos.

Para el año de 1588 fray Diego de Santa María redactó un documento donde ponía de manifiesto que había hombres corruptos que estaban usando la imagen de la guadalupana apoyados en falsos milagros para obtener ganancias de ello.

Las diosas vírgenes griegas y romanas sirvieron de modelo a la Iglesia Católica de origen romano, para crear sus propias vírgenes "madre de Dios", y hasta conservaron las mismas fechas en las que los romanos las celebraban: 15 de agosto. No es nada inusual ya que la misma fecha de celebración del dios Sol de los romanos (25 de diciembre) se trasladó a celebrar el nacimiento de Cristo convertido en Dios.

La Iglesia Católica sólo cambió los nombres de las diosas y conservó los atributos y características, como por ejemplo ISIS era una diosa de Egipto y era representada de pie sobre la Luna, pisando una serpiente y con 12 estrellas alrededor de su cabeza. En la mitología antigua existen numerosas vírgenes fecundadas por dioses mediante apariciones en formas extrañas, incluyendo aves. Los romanos no hicieron más que adaptar esas historias para montar su propia mitología católica.

Según la doctrina católica, María ascendió al cielo en cuerpo y alma, o sea no murió, y al mismo tiempo enseñaba y veneraba como reliquias 3 tumbas de ella: una en Éfeso, otra en Jerusalén y otra más en Constantinopla.

Como parte de la farsa montada por la iglesia para ganar adeptos, se regó el territorio romano con reliquias a ser veneradas. Así se veneran muestras de leche de la virgen en Génova, Tolón, Avignon, Chartres, Judea, Nápoles, Lisboa.

Según la Iglesia Católica romana se veneran 4 anillos nupciales: uno en Perugia, otro en Francia, otro en Semur y otro en Roma.

Pero volvamos al tema de la Virgen de Guadalupe. En la época de la conquista todos los historiadores eran católicos, narraron hechos importantes pero nunca, ni siquiera una vez, se habló de apariciones a Juan Diego. Ni aun el obispo Zumárraga habló ni escribió nada acerca de Juan Diego, siendo que durante su mandato ocurrieron los hechos que hoy son parte del mito guadalupano.

Según la tradición, el 9 de diciembre de 1531 se le apareció la virgen de Guadalupe a Juan diego , y no es sino hasta 1648 cuando se habla por primera vez de las apariciones a Juan diego, 117 años después, en un libro titulado IMAGEN DE LA VIRGEN MARIA, del autor el sacerdote Miguel Sánchez.

Para 1630 había 2 vírgenes famosas en México y que generaban grandes ganancias a sus parroquias, la de San Juan de los Lagos y la de Los Remedios, ambas en Jalisco.

En la supuesta aparición, Juan diego iba a Tlatelolco a llamar a un sacerdote para que confesara a su tío Juan Bernardino que estaba muy grave. Lo curioso del caso es que en esa época los sacramentos no se le daban a los indígenas pues el Vaticano los consideraba seres sin alma. Fue hasta 1572 cuando se autorizaron los sacramentos a los indígenas.

En Tlatelolco no había ni iglesia ni sacerdote. Fue hasta 1572 cuando hubo la primer parroquia, con su primer sacerdote. En 1883 el arzobispo Laboutida le encargó al historiador católico Joaquín García Izcabalceta de investigar a fondo el asunto de las apariciones de la virgen a Juan Diego.

Después de varios meses de investigación le escribió al arzobispo: "DE TODO CORAZÓN QUISIERA QUE UN PERSONAJE TAN HONORIFICO PARA NUESTRA PATRIA FUERA CIERTO, PERO NO LO ENCUENTRO ASI, Y SI ESTAMOS OBLIGADOS A CREER Y PREGONAR LOS MILAGROS VERDADEROS, TAMBIÉN NOS ESTA PROHIBIDO DIVULGAR Y SOSTENER LOS FALSOS".

El primer ataque contra el mito guadalupano salió de adentro de la Iglesia Católica, y fue hecha por fray Francisco de Bustamante, quien el 8 de septiembre de 1856 dijo: "si se trata de apartar a los indios de la idolatría ¿por qué se les obliga a adorar a la virgen de Guadalupe?". Y cuestionó adónde iban a parar las limosnas que entraban a la ermita.

En 1794, el español e historiador católico Juan Bautista Muñoz presentó ante la Real Academia de la Historia su disertación sobre la falsedad de la aparición de la virgen de Guadalupe en México.

¿Quién era Juan Bautista Muñoz? (1745-1799) historiador y filosofo español. Recibió del rey el encargo de escribir la Historia del Nuevo Mundo. En el tomo 5, dedicado a “MEMORIA SOBRE LAS APARICIONES Y CULTO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE” el historiador dijo de las apariciones: “tales son los modos como nacen las fabulas, y con otros semejantes se les va dando cuerpo, así vino a componerse la narración entera de las supuestas apariciones de nuestra señora, este es uno de tantos modos como pudo empezar esa narración".

Fray Servando Teresa de Mier fue otro enemigo de las supuestas apariciones. El 12 de diciembre de 1794 pronunció uno de tantos discursos en púlpito contra las apariciones, acto que le trajo como consecuencia el ser encarcelado 10 años en el convento de Caldas en España, y perdió el derecho de cátedra, púlpito y confesionario, aparte le quitaron sus bienes, y su biblioteca fue quemada.

Ya en prisión, Fray Servando escribió mas de 200 páginas en las que comprueba la falsedad de las apariciones, tal y como las presentaba la iglesia. Esas cartas apenas se conocieron en 1875 y en 1981 la UNAM las editó de nuevo.

Según la Iglesia en el siglo XVII se dijo que la imagen estaba sobre un ayate de fibras de maguey y que la pintura era de origen celestial que había sido pintada por los ángeles.

Roma pidió un examen imparcial a la pintura y se hizo bajo la dirección del sabio BARTOLACHE en 1787. BARTOLACHE formó una comisión con 3 profesores y un notario que testificara la seriedad y cuidado con que haría el examen de la imagen y encontró 3 irregularidades:

- La pintura ya tenía varias retocadas

- El material no era un ayate de maguey sino una fina manta de palma

- La imagen se estaba escarapelando y deteriorando por tener hongos y por humedad.

Para 1895 la imagen estaba en tan mal estado que tuvo que ser restaurada a escondidas del público, encargándose de restaurarla el padre Plancarte. Para suplir el cuadro de la virgen se escogió una replica que estaba en el convento de Capuchinas en la ciudad de México. Como prueba se puede ver el periódico EL UNIVERSAL del 3 DE DICIEMBRE DE 1895 con las declaraciones del padre Plancarte.

Pero en esta restauración hubo un garrafal error. Ya restaurada la imagen, al ser colocada le faltaba algo: NO TENIA CORONA. Plancarte fue acusado públicamente de haber borrado la corona a la virgen de Guadalupe. A partir de ahí se le comenzó a enseñar a la gente que la corona desapareció por un milagro de la virgen y la gente lo creyó.

Hasta 1751 todas las réplicas que había de la virgen de Guadalupe tienen corona. En 1884 el padre Gonzalo Carrasco fue interrogado por la prensa y dijo: “EL DEDO DE DIOS LA BORRO, y el padre Gabino Chávez dijo: “A DIOS NO SE LE PIDEN CUENTAS DE SUS ADORABLES DISPOSICIONES".

Todo lo anterior provocó que salieran a la luz la investigación de García Icazbalceta y la protesta de un Obispo Monseñor Eduardo Sánchez Camacho Obispo de Tamaulipas y el Obispo de Veracruz Monseñor Arcadio Pagaza. El Obispo Eduardo Sánchez publicó: “Declaro con toda sinceridad que no es mi capricho el que defiendo, sino la vergüenza que siento al haber pertenecido a un gremio de Obispos que se empeñan en sostener e imponer una cosa falsa a todas luces".

El negocio comenzó a peligrar y el clero acudió con Porfirio Díaz, Presidente de México, el cual mandó llamar al Obispo Sánchez Camacho y le dijo: “ASI QUE USTED NO CREE EN LAS APARICIONES?

El obispo contestó: "NO SEÑOR". Y Porfirio Díaz le preguntó: "¿Y EN LAS DESAPARICIONES?".

Entonces el obispo fue renunciado y obligado a salir del país rumbo a Estados Unidos en 1900, donde escribió un libro en que aporta las pruebas del fraude de las apariciones de la virgen. Libro titulado "ECOS DE LA QUINTA DEL OLVIDO".

Para 1979, dos científicos de la NASA Jody B. Smith y Fhilips Callagan, hicieron una investigación a título personal. El resultado de la investigación arrojo como conclusiones:

a) Muchas partes del cuerpo de la virgen fueron alterados o restaurados desde el siglo XVI.

b) Toda la parte de abajo donde aparece el ángel y los colores de la bandera de México se añadieron en el siglo XVII.

Una prueba de que la imagen de la guadalupana es de origen español y moro es la Luna debajo de sus pies ¿Qué hace la media luna en México?

La media luna es la representación gráfica del Islam de la cultura árabe, dominadora de los españoles por más de 800 años. Las vírgenes españolas que trajo Hernán Cortés venían con la media Luna debajo de sus pies, como muestra de superioridad del catolicismo y los españoles sobre los árabes y el Islam.

En cuanto a Juan Diego, los historiadores Guadalupanos, todos ellos católicos y además curas, presentan 4 lugares de nacimiento: Cuautitlán, San Juanico, Tulpetlac y Tlatelolco. No se conoce la fecha de su nacimiento, ni jamás se ha encontrado su acta de bautizo ni escrito alguno que hable de él.

En la revista Proceso Nº 699 del mes de Marzo de 1982, en la ciudad de Roma, Sandro Corradinni, relator de la Congregación para la Causa de los Santos, le dijo al Monseñor Enrique Salazar Salazar, Director del Centro de Estudios Históricos Guadalupanos, la opinión del Papa y el Vaticano respecto a las apariciones:

“De Juan Diego no hay nada. La virgen de Guadalupe es un mito con el que los franciscanos evangelizaron a México. Juan Diego no existió".

Si Juan Diego hubiera existido hay otra pregunta, según era machehual o sea plebeyo o como gente de pueblo, esta gente usaba una tilma o ayate que muy apenas les daba debajo de las rodillas ¿Cuánto mide el ayate donde está la virgen de Guadalupe? La pura imagen de la Guadalupana mide 1.65 cm y el ayate completo mide 1.80 m y para usar dicho ayate Juan Diego ocupaba medir como mínimo 2.50 m.

La distancia de los recorridos de Juan Diego para ir a misa los sábados a sus 57 años de edad: desde Cuauhtitlán a Tultepec y de ahí a Tenochtitlán. 40 km ida y vuelta. Debajo de la Virgen aparece un ángel con las alas de color verde, blanco y rojo, curioso, ya tenía los colores de la bandera, cuando en realidad fue hasta 1821 que estos colores aparecen como símbolo mexicano en la bandera de las 3 garantías.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Sabios que creen en Dios


"Si los científicos creen en Dios debe ser porque existe"

Muchos creyentes recurren a esta línea de argumentación cuando se les cuestiona sus creencias: "La persona X es muy inteligente (usualmente un científico o filósofo) y él cree en Dios. ¿Cómo puede él estar equivocado? En la psicología es muy conocido el efecto que causan las personas con rango de autoridad. Es una inclinación natural de la gente aceptar los puntos de vista de personas con autoridad. Es un rasgo antropológico seguir a un líder y acatar sus ideas. Incluso desde muy jóvenes estamos condicionados a responder a la autoridad de nuestros padres y somos educados en el acatamiento a la autoridad. Confiamos en que nuestros padres saben más que nosotros y que debemos hacer lo que dicen. Cuando entramos en la escuela, aprendemos a escuchar a nuestros maestros. En general, nuestras funciones en la sociedad están dirigidas en gran parte a seguir a las personas con autoridad. Pero además es un recurso bastante lógico y natural que cuando uno carece de información, tengamos que admitir aquella que se nos ofrece, y más aun cuando proviene de una "fuente confiable". En la sociedad moderna la ciencia y los científicos ocupan un lugar elevado en la escala de la estimación y admiración general. Por lo general confiamos en lo que dice alguien con etiqueta de "científico". De modo que no es raro apelar al argumento de autoridad para justificar nuestras creencias, cuando uno de estos personajes las comparte.

Lo importante en este caso es separar las cosas y no tenerlas mezcladas. Primero hay que saber diferenciar los conocimientos y las creencias. Alguien puede haber acumulado mucho conocimiento acerca de un campo específico, por ejemplo, del organismo humano, y por lo general se trata de una parte muy concreta del cuerpo como el cerebro, alcanzando el calificativo de "científico" o "neurocientífico". Muy bien. ¿Le da a alguien este conocimiento profundo acerca del cerebro la capacidad para conocerlo y entenderlo todo? Obviamente no. Nuestro neurocientífico tal vez no sabe nada de la historia de las religiones y de las diversas creencias surgidas a lo largo de la historia de la humanidad, y de cómo estas se han ido mezclando entre las culturas y los textos, por mencionar solo un campo. A pesar de conocer de cerca el funcionamiento cerebral, incluso es posible que ignore el funcionamiento mental, que es otro campo diferente. En suma, ser un científico por lo general relega a las personas a ser un especialista y conocedor de un campo muy cerrado. 

De otro lado, las ciencias naturales no tienen nada que ver con las ciencias humanas. Es decir, ser un científico por lo general se refiere al escenario de la realidad natural y física, más no a lo humano o cultural, que es un escenario completamente diferente. Estudiar los átomos y los tejidos nada tiene que ver con el conocimiento de las ideas humanas que han estado llenando el mundo cultural. Por eso mismo, un científico, que es un conocedor del mundo natural y físico no tiene por qué conocer ni entender los elementos que son propios del escenario cultural humano, en donde precisamente habita Dios. Hay un abismo de diferencia entre conocer el mundo real hecho de objetos físicos, y conocer el mundo de las ideas humanas donde solo existen conceptos y valores. No hay manera de estudiar del mismo modo las rocas que los conceptos. Por eso constituye un disparate que alguien afirme algo como "la ciencia no ha podido descifrar el amor o la poesía". No puede porque no es su campo. El amor y la poesía pertenecen exclusivamente al mundo cultural, hecho tan solo de ideas humanas transmitidas por el lenguaje. No existen en el mundo real. Y obviamente, las creencias y mitos que alimentan y sustentan las religiones pertenecen a esta categoría. Son solo fantasmas de nuestro mundo cultural humano.

No se le puede pues pedir a un científico naturalista ser un especialista de las ideas y conceptos humanos existentes en las culturas. Al contrario, el propio científico posee estas creencias y vive con ellas, sin que estas interfieran con sus conocimientos del mundo real. En nada afectan las ideas que sobre dioses o duendes tenga un científico sobre el resultado de sus ecuaciones o experimentos físicos. Pertenecen a dimensiones diferentes: unas están solo en su mente y otras están en el mundo físico que lo rodea. Un científico manipula los objetos del mundo físico pero es afectado por sus ideas, al punto que puede llegar a asumir una falsa interpretación del experimento que hace. Por ejemplo, Newton entendió perfectamente la relación de la masa y la fuerza de la gravedad y llegó a la conclusión de que estas leyes físicas eran la voluntad de Dios. 

De modo pues que a Newton hay que hacerle caso en lo que sabe mas no en lo que cree. A los científicos hay que seguirlos en los conocimientos de su especialidad pero no hay por qué acatar sus creencias, puesto que en ese campo son tan humanos como cualquiera. De modo que cuando un creyente saque a relucir a los científicos que creen en Dios como un argumento a favor de sus creencias, solo está cayendo en una trampa vulgar. Por lo demás vale la pena apuntar que en el último siglo han disminuido radicalmente la cantidad de científicos creyentes. 

domingo, 13 de diciembre de 2015

El fraude guadalupano


Uno de los más vergonzosos fraudes perpetrados por nuestros santísimos varones jerarcas de la iglesia católica mexicana es el de la virgen de Guadalupe. El fraude comenzó unos pocos años después de la conquista española aparentemente como una forma de sustituir la adoración de la diosa Tonanzin por el de la madre del hijo de Dios. Uno de los adoratorios de dicha diosa madre se encontraba en el cerro del Tepeyac, adonde acudían los indios desde lejanas regiones. No es casualidad que allí mismo se erigiera la capilla de la virgen de Guadalupe y su imagen, a la que durante décadas se le consideró sólo como una pintura que hacía milagros.

Lo más vergonzoso comienza como cien años después de la supuesta aparición, precisamente con la propagación de la leyenda de la aparición de la virgen al indio Juan Diego y la formación de la imagen en forma milagrosa en su tilma. A esto le siguieron varias manipulaciones a la sencilla pintura original para hacerla más gloriosa. Alteraciones que hoy reconoce la iglesia católica mexicana porque se están cayendo a pedazos.

Muchos son los que participaron en engrandecer el mito. Unos colaboraron de buena fe, con su ignorancia, su ingenuidad o su falta de rigor para exigir pruebas. Otros más participaron con su mutismo a sabiendas del engaño monumental. Otros, movidos por piedad y con el sano afán de engrandecer la fe de un pueblo huérfano, simplemente añadieron detalles a la pintura para perfeccionar la falsificación. Y por último están los que investigaron y con todo conocimiento, en lugar de corregir el error o por lo menos dejarlo como estaba, terminaron de cocinar el fraude, añadiéndole títulos a la virgen y canonizando al inexistente indio Juan Diego. También hay que reconocer a los pocos que se atrevieron a oponerse y a cuestionar el mito, a veces a costa de su reputación y de su puesto.

SIMILITUD EXTRORDINARIA CON LA VIRGEN DE GUADALUPE ESPAÑOLA

- La original virgen de Guadalupe es originaria de Extremadura. Hernán Cortez y muchos de sus soldados eran extremeños. Uno de ellos traía una imagen de dicha virgen con todo y marco, la cual tuvo que abandonar en el campo por estar herido en la famosa huída de la noche triste.

- La virgen de Guadalupe española supuestamente se apareció en la sierra de Guadalupe poco más de doscientos años antes que la mexicana (1322). Curiosamente la leyenda española es extremadamente similar a la mexicana. La virgen se le aparece en el cerro a un humilde pastorcillo y le pide que se le construya allí mismo una iglesia. El pastor lleva la petición a los clérigos, que no le hacen caso. La aparición y la petición se repiten. Un hijo del pastorcillo resucita después de ser dado por muerto. Los clerigos van al lugar de la aparición con el pastor y encuentran oculta una escultura de la virgen, "esculpida sin intervención humana". Levantan el santuario y a la virgen se le conoce también como "morenita de las Villuercas" (pueblo cercano) porque la imagen de madera es morena. El primer documento que relata la leyenda de la aparición de la virgen y la escultura es de 118 años después de la supuesta aparición (en 1440).


FRAY JUAN DE ZUMARRAGA NO CONOCIÓ A JUAN DIEGO

- En sus múltiples relatos, archivos y cartas el primer obispo de mexico - supuestamente el principal testigo presencial de la aparición milagrosa de la imagen de Guadalupe en la tilma de Juan Diego - no menciona a Juan Diego ni el milagro ni a la virgen milagrosa ni siquiera da un indicio de que hubiera oído hablar de ellos.

- Curiosamente hay un sermón de Zumarraga (posterior a la supuesta aparición) que habla de que ya no hay milagros en su época, ni son necesarios para creer en Cristo.


A LA IMAGEN DE GUADALUPE NO SE LE CONSIDERABA DE ORIGEN MILAGROSO

- Hay documentos que prueban que la imagen de Guadalupe y la capilla del Tepeyac existían desde antes de 1556 y los indios la consideraban "milagrosa" a la imagen, en el sentido de que hacía milagros. Pero no se menciona la aparición, ni al indio Juan Diego, ni el plasmado sobrenatural de la imagen.

- El sucesor de Zumarraga, el obispo Fray Alonso de Montufar en un sermón (1556) se suma a los rumores de que la virgen hace milagros para atraer mayor devoción de los indios hacia esta. Lo que le trae severas críticas de los franciscanos, enemigos de la idolatría.

- Fray Antonio de Huete (1556) pide al arzobispo que por lo menos deje de llamarla Nuestra señora de Guadalupe, sino de Tepeaca (Tepeyac), puesto que en España ya había una virgen con ese nombre por el lugar que se llamaba así (Guadalupe).

- Fray Franciso de Bustamante (1556) dice en un sermón que "decirle a los naturales que una imagen pintada ayer por el indio llamado Marcos (Marcos Cipac de Aquino) hacía milagros, era sembrar gran confusión".

- El arzobispo Montufar (1556) manda decir a traves de testigos pagados: "que no se haga reverencia al lienzo, ni pintura, ni palos de las imágenes, sino a las imágenes por lo que representan", curiosa forma de llamar al producto de tan portentoso milagro.

- Fray Bernardino de Sahagún (1570) llama invención satánica para ocultar la idolatría, a la adoración a la virgen de Guadalupe que sólo disfraza la adoración a la diosa Tonanzin, "como también llaman los indios a Nuestra Señora de Guadalupe".


EL CONFLICTO POR LAS LIMOSNAS

- En 1574 le cae a la ermita una inspección del monasterio de Guadalupe de Extremadura por el asunto de las limosnas que debía entregar la casa Guadalupana de México a la casa Matriz en Extremadura. Algo así como los derechos de uso (regalías) de la imagen original.


UN SIGLO DESPUES COMIENZA EL MILAGRO

- Un siglo después algunos documentos comienzan a mencionar el milagro guadalupano. Pocos dan la fecha de 1531 como el año del milagro, varios dan el año de 1555 y el de 1556.

- En 1648 el predicador Miguel Sánchez publica un libro con el relato que da su forma actual a la leyenda guadalupana. Es ahí donde se dan todos los detalles que ahora conocemos.

- El primer sorprendido con el relato de Miguel Sánchez es el vicario de la capilla de Guadalupe, Luis Lasso de la Vega, quien tiene a su cargo la capilla y la imagen de Guadalupe e ignoraba todo sobre el portentoso estampado de la virgen del Tepeyac antes de leer a Sánchez, como el mismo lo escribe.

- El vicario Lasso en un arrebato piadoso decide adaptar el difícil texto a un lenguaje sencillo y lo traduce al Nahuatl. A este relato se le conoce como "Nican mopohua..." y es considerado por muchos como la mayor evidencia del milagro guadalupano.

De acuerdo a la leyenda promovida por la Iglesia Católica la "Virgen de Guadalupe" se le apareció tres veces entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 a un tal Juan Diego (1474-1548), indio convertido, en el año 1531. 

La "aparición", supuestamente, tomó lugar en una colina cerca de la ciudad de México llamada cerro Tepeyac, lugar que coincidentemente era considerado sagrado y mágico por los pobladores de la región. Los aztecas habían construido en ese mismo lugar un santuario dedicado a la diosa india Tonantzin, mejor conocida como "Nuestra Madre". La morena aparición se dice que le informó a Juan Diego que deseaba que se le construyera un templo en su honor y como prueba imprime su imagen en el poncho de éste. Inmediatamente después, la aparición comenzó a circular como la versión indígena de la "Virgen Maria",con el nombre de "Virgen de Guadalupe", en referencia al termino azteca "Coatlallope" que significa "la que destrozó la cabeza de la serpiente."

Una vez completado el proceso de sometimiento político, el catolicismo comenzó con el desmantelamiento de la cultura azteca y la colonización mental de los pueblos americanos mediante sangrientas campañas y misiones. Los sacerdotes católicos tenían dificultades en domar y someter el espíritu indígena y en México la "Virgen de Guadalupe" fue un instrumento fundamental en este proceso.

Templos y lugares rituales fueron destruidos y muchos símbolos aztecas fueron adaptados al cristianismo para facilitar el adoctrinamiento forzado a la cual los aztecas y otras tribus de la zona estaban siendo sujetas. Desde entonces el poderoso "culto virginal" se ha transformado en un icono de la superstición cristiana a través de México y toda la región latinoamericana debido a las mezclas de las tradiciones y símbolos del cristianismo y el paganismo americano. Por ejemplo la Virgen de Guadalupe es representada parada sobre cuernos de toro, un símbolo de potencia sexual y fertilidad o una luna creciente, el símbolo de las diosas lunares. Hoy la "Virgen" es un símbolo nacional y su imagen que "milagrosamente" apareció en el poncho de Juan Diego es una decoración común en cualquier casa o automóvil mexicano y su santuario es el mas visitado de la cristiandad.

Sin lugar a duda, los orígenes de la leyenda y la imagen son cuestionables. Juan Diego ha sido motivo de controversia al ser discutida su propia existencia por algunos historiadores y por el mismo Abad de la basílica de Guadalupe, Guillermo Schuleburg, quien llegó a sostener que la revelación de la Virgen era un invento. Aun así Juan Pablo II beatificó a Juan Diego en1990

El Abad Schulemburg no es el único clérigo que abiertamente ha declarado a la Virgen de Guadalupe un invento. "Algunos lideres eclesiásticos," informó Associated Press en 1995, "sabían que la aparición de la Virgen de piel morena había sido una fábula creada para permitirles a los indios seguir adorando a su propia diosa. Otros creen que los sacerdotes crearon la historia para facilitar la conversión de los indios mexicanos al catolicismo."

Se creía que las declaraciones de Schulemburg habían sido publicadas en la revista italiana "30 Giorno" primero, pero se descubrió que la nota del Giorno estaba basada en una entrevista "meses antes" (Reuters) de la revista católica mexicana conocida como Ixtus. Reuters reporto que "en esa entrevista--cosa que todavía afirma Abad -- Schulemburg dijo que Juan Diego simbolizaba un matrimonio entre el catolicismo y las religiones indígenas tradicionales y que la beatificación reconocía un "culto" y no a una persona real."

No paró allí y llevó su causa al Vaticano diciendo: "La existencia del indio Juan Diego no ha sido demostrada; podríamos obtener muchas firmas de eclesiásticos preparados, así como de laicos intelectuales que avalan esta carta, pero no queremos provocar un inútil escándalo", advirtió en la misiva quien, irónicamente, estuvo al frente del templo mariano durante 34 años.

Además de Schulemburg, que a lo largo de todo ese tiempo tuvo la misión de ser el guardián de la fe guadalupana, también firmaron el documento Carlos Warnholtz, arcipreste del mismo santuario durante casi todos esos años; Manuel Olimón Nolasco, historiador y catedrático de la Universidad Pontificia de México (UPM), y Esteban Martínez, ex-director de la Biblioteca de la Basílica.

AP también reportó "pequeñas protestas" cuando las declaraciones fueron hechas publicas y que los "manifestantes pintaron graffiti en las paredes de la iglesia demandando la renuncia del Abad". Poco después Schulemburg renuncia. Esto demuestra que aunque la iglesia llegara a ser honesta y revelara todas sus mentiras, los crédulos no lo aceptarían y se revelarían contra los creadores de las fábulas. Realmente los religionarios han creado su frankenstein que los perseguirá y finalmente serán la causa de su debacle como en la famosa novela.

Pero estudios recientes de la imagen han alimentado aún más las dudas sobre el supuesto milagro, según Leoncio A. Garza-Valdes, de 61 años, quien en 1999 formó parte de un equipo que estudió la imagen.

"El manto de Nuestra Señora de Guadalupe no es una pintura sino tres pinturas, y una de ellas está firmada y fechada. Así es que no se trata de una imagen milagrosa; fue creada por el hombre", dijo Garza-Valdes para la edición del domingo de San Antonio Express-News.

Garza-Valdes, cuyas conclusiones fueron publicadas la semana pasada en la revista Proceso, cree que la imagen de la Virgen no es de origen sobrenatural, y que la figura de Juan Diego es una creación de la Iglesia de la época de la Conquista.

"Deseamos detener la canonización de Juan Diego", dijo Garza-Valdes. "La Iglesia está cometiendo un disparate. Yo soy católico y guadalupano, pero no soy aparicionista, y no creo en Juan Diego", señaló. Tras detallar el estudio de las tres pinturas, Garza-Valdez señala que cree que la imagen original es la misma de una bien conocida estatua de la basílica de Extremadura, en España. Además, señala que las iniciales del artista M.A. ó Marcos Aquino --un personaje histórico--pueden verse en un extremo de una de las pinturas, cerca de la fecha 1156. La Canonización del personaje se esperaba en el año 2002. 

La verdad sobre la virgen de Guadalupe



A pesar de que la Virgen de Guadalupe es más conocida como la patrona de las Américas, la historia de su "milagrosa" aparición en Tepeyac, México tiene sus raíces en la provincia de Extremadura, España. Fue aquí que un Español llamado Gil Cordero descubrió una pequeña imagen islámica que se parecía a la Virgen María en un banco del río Guadalupe, en algún momento a mediados del siglo 13. La imagen de madera tenía la piel de color marrón oscuro y estaba encima de una luna creciente, símbolo del Islam. De hecho, el propio nombre del río "Guadalupe" tenía una Islámica influencia, ya que se deriva de la palabra árabe "guadale" que significa "río", y "Lupo", que en latín significa Lobo. Tanto la imagen y el nombre del río eran los restos de la ocupación árabe de España.

El descubrimiento de la imagen tallada fue visto como una gran señal de Dios, y en 1338, el rey Alfonso XI ordenó que se construyera un templo en el lugar donde fue encontrada. La imagen llegó a ser conocida como "Nuestra Señora de Guadalupe", y el templo se construyó en su honor. Con el fin de ayudar a difundir la veneración de "Nuestra Señora", los artistas comenzaron a pintar réplicas de la talla y ellos ganaron su dinero con la venta de las copias de la misma.

En febrero de 1495, Cristóbal Colón inició la transatlántica trata de esclavos enviando 550 Nativos Taínos del recién "descubierto" continente Americano fuera de España. Y ya que estas extrañas y "salvajes" personas eran de la misma complexión que la imagen de Nuestra Señora, el Rey y la Reina de España declararon a la Virgen como "Protectora de los indios." En 1496, los esclavos nativos fueron llevados al templo y bautizados en honor de la Virgen del Río Lobo. El descubrimiento de la Virgen fue visto como una prueba de que la expulsión de los moros habían sido voluntad de los dioses, y su templo rápidamente desarrolló seguidores fieles. Entre sus devotos estaba un soldado llamado Hernán Cortes. 

Cortés se dedicó fanáticamente a la adoración de la Virgen, y llevaba una imagen de ella en su bandera, llevándola consigo a dondequiera que iba. En 1519, Cortés invadió Ana Wak, trayendo la imagen de La Virgen con él al Nuevo Mundo. El historiador italiano Lorenzo Boturini describió la bandera de la siguiente manera: "Una bella imagen de la Virgen María fue pintada en ella. Ella llevaba una corona de oro y estaba rodeada por 12 estrellas de oro. Ella tenía las manos juntas en oración, pidiéndole a su hijo para proteger y dar fuerza a los españoles para que pudieran conquistar y cristianizar a los paganos." Fue la bandera de Cortés la que sirvió como pabellón "oficial" de los españoles hasta que los primeros españoles comenzaron a llegar.

Como Cortés y sus hombres llevaron a cabo la violación cultural y espiritual de México, lo hicieron al punto de destruir los lugares Indígenas de estudio y erigir iglesias católicas sobre sus ruinas. En 1520, los españoles destruyeron el templo de Tonantzin en Tepeyac y en su lugar plantaron otro templo glorificando a la Virgen de Guadalupe -Una reproducción del estandarte de Cortés se creó y colgó en su interior. Los españoles pensaron que podrían fácilmente reemplazar el símbolo de la tierra (Tonantzin Koatlikwe) con la madre de su "Dios" cristiano.

El 13 de agosto 1521 Mexico-Tenochtitlan cayó por las fuerzas invasoras blanco. El genocidio que siguió fue llevado a cabo bajo el pretexto de la conversión religiosa. A los antepasados se les dio dos opciones, podían aceptar la nueva religión de los hombres blancos o enfrentarse a una muerte espantosa. No es sorprendente que la mayoría del pueblo eligió la vida, con la intención de preservar las tradiciones al mismo tiempo fingiendo conversión al cristianismo.

Con el fin de facilitar aún más la "conversión" de nuestros antepasados, un sacerdote llamado Juan de Zumárraga llegó a Anawak el 6 de diciembre de 1528. Un estudiante orgulloso de la Inquisición, Zumárraga no perdió tiempo en lanzar un asalto fanático en los caminos de nuestro pueblo. Ordenó que nuestras bibliotecas se quemaran, destruir nuestros templos, y tuvo a nuestros maestros detenidos y asesinados. Miles de personas fueron condenados a muerte por Zumárraga por negarse a aceptar la religión del hombre blanco. Y a pesar de tales intentos humanitarios para misionar a nuestros antepasados, los sacerdotes se quejaron de que los mexicanos aún mantenían sus tradiciones, mientras pretendían que solo aceptarán la fe católica.

Como prueba de resistencia mexicana al cristianismo, los sacerdotes señalaron que el templo de Guadalupe en Tepeyakak, donde los Mexicanos todavía se reunían para venerar la energía de Tonantzin. Los españoles tenían a un artista Tlaxkalteka llamado Marcos Zipactli pintando una nueva imagen para colgarla en el templo de Tepeyakak. Ellos esperaban que una Virgen pintada por uno de los suyos inspirara a los Mexicanos a comenzar a mezclar las prácticas Católicas con los suyas. Zipactli basó su pintura en la imagen original de la bandera de Cortés, no obstante, pero removió las 12 estrellas de alrededor de la cabeza, dejando sólo la corona. Fue durante este tiempo, justo en el centro de su inquisición personal contra los Nativos, que Zumarraga fue llamado de vuelta a Europa por el Rey de España a mediados de 1531 (donde permaneció hasta 1534).

Pero no todos estaban contentos con los intentos de mezclar las religiones indígenas con el catolicismo. El 08 de septiembre 1556, un sacerdote franciscano llamado Francisco Bustamante denunció el culto de Guadalupe, declara: "Si estamos tratando de destetar a los indios lejos de la idolatría, ¿por qué obligarlos a adorar a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen fue recientemente pintada por el indio Marcos Aquino?".

El 25 de septiembre de 1575, el cuarto virrey de México, Martín Enríquez de Alamanza, envió una carta al rey Felipe II, quien querían saber por qué había un templo en Tepeyacac en honor de Nuestra Señora de Guadalupe. En su carta, Alamanza declaró que los Mexicanos adoraban una imagen especial en ese templo - "una imagen de Nuestra Señora, que ellos llaman Nuestra Señora de Guadalupe ya que ella se parece a la española Virgen de Guadalupe." Para ayudar a aclarar aún más de donde venía la inspiración para la imagen, Juan de Torquemada escribió en su libro de 1612 "Monarquía India", que "Nuestros Sacerdotes por primera vez en Tepeyac construyeron una iglesia dedicada a la madre de Dios, como ella apareció en España: La virgen de Cristóbal Colon y Hernán Cortés, la Virgen de Guadalupe " (Capítulo X)

En 1648, el padre Miguel Sánchez decidió sacar provecho de la imagen, escribiendo un libro titulado "La imagen de la Virgen María." Fue en este libro que el mito moderno de "la Virgen" nació. La historia, para atraer más adeptos al menguado templo de Tepeyakak, fue el siguiente: 9 de diciembre de 1531 un reciente cristianizado mexicano con el nombre de "Juan Diego" fue visitado por la Virgen María en el cerro de Tepeyacac. Juan informó su encuentro al arzobispo Zumarraga, que al principio no le creyó. Una vez de nuevo, María se apareció a Juan y una vez más el arzobispo Zumarraga no le creyó. Unos días más tarde el 12 de diciembre 1531, María se le apareció una vez más e hizo crecer las flores en la colina estéril. Ella entonces le dijo a Juan que recogiera las flores en su Tilma y se mostrara al obispo como prueba de su aparición. Cuando Juan desplegó su Tilma frente al obispo para que las flores se cayeran, se reveló que María había dejado una imagen de sí misma en la Tilma. Esta milagrosa tilma, hecha de simple fibra de maguey y con la imagen de La Virgen, es la misma tilma que cuelga en el templo de Tepeyacac. O al menos eso dice la historia ....

El único problema con la historia del padre de Sánchez es que Zumarraga ni siquiera estaba en México durante el tiempo de la presuntas apariciones. Como ya sabemos, él fue llamado a España a principios de ese año y no regresó hasta 1534. No sólo eso, sino que Zumarraga no fue declarado arzobispo hasta en 1532. ¿Por qué el padre Sánchez hizo la historia? Debido a que el templo de Tepeyacac estaba perdiendo dinero. Todos los sacerdotes querían ser enviados a la iglesia de San Juan de Los Lagos, donde la venta de copias, indulgencias, limosnas, y el número masivo de peregrinos hizo a la iglesia muy rica. Estos beneficios pusieron celosos a los sacerdotes de la Ciudad de México. Ellos necesitaban algo que pudiera atraer a más gente a su iglesia, algo que pudiera atraer a los Mexicanos: y fue una Virgen NEGRA. La pequeña iglesia en Tepeyacac había pasado desapercibida durante casi un siglo, pero cuando el libro del padre Sánchez salió, la historia del "milagro" se extendió rápidamente y creció incrustado en la conciencia de los mexicanos. La Iglesia en Tepeyacac no sería pobre otra vez.

Como pasaron los años, la pintura de Marcos Zipactli se volvió muy deteriorada por el moho y la exposición a los elementos. En 1751, el arzobispo Rubio comisionó al famoso pintor Miguel Cabrera, un católico fanático, para retocar la pintura. Con el fin de consolidar la idea de que la imagen era un milagro, Cabrera publicó un libro en 1756 titulado "estadounidense Marvel." Pero no todos estaban convencidos de las elevadas demandas de Cabrera, y en 1787, José Ignacio Bartolache se encargó de examinar el "milagro" de la imagen. Ayudado por un grupo de pintores especializados, Bartolache descubierto que la imagen había sido "muy retocada y estaba cubierta de manchas y que en algunos lugares se está desmoronando debido al efecto de los hongos y la humedad." Además de esto, el grupo llegó a la conclusión de que la divina imagen fue:

1. El trabajo de más de un artista.
2. No se hizo en tela de maguey, sino en manta de palma de cáñamo fina
3. Pegado a un marco de madera
4. Mal deteriorado

Bartolache no fue el único que dudó del origen divino de la imagen. En 1883, Joaquín García Icazbalceta fue dirigido por el Arzobispo Labastida para investigar el asunto. Después de un intenso y minucioso examen de la tilma, Icazbalceta admitió que la imagen era en realidad un fraude. En su informe al Arzobispo, Icazbalceta declaró que "Con todo mi corazón, yo esperaba que este milagro que demostraría ser un gran honor para mi país resultaría ser cierto, pero no me parece que lo sea. Si nos obligan a creer y proclamar los milagros que han ocurrido, también tenemos prohibido publicar su falsedad". Por cierto, después que Izcalbacet murió, la Iglesia Católica tenía a un historiador jesuita que escribió un libro para refutar lo que Izcalbacet había escrito. El resultado fue el "Álbum histórico de la Virgen de Guadalupe", que tenía 25 páginas sin valor, indemostrables y largas ya desacreditadas "pruebas" de apariciones de la Virgen. Entre las "pruebas" presentadas en el álbum estaban diferentes historias que describen el evento, y fechas que no coinciden con los eventos descritos.

En 1895 la tilma estaba deteriorada más allá de la reparación y el padre Antonio Plancarte ordenó que se cambiara con uno nuevo. La declaración de Plancarte se puede leer en el diario El Universal del 03 de diciembre 1895. Sin embargo, cuando la nueva imagen se puso en su lugar, los sacerdotes hicieron un descubrimiento sorprendente - los artistas habían omitido completamente la corona que reposaba en cabeza de la "La Virgen". En un intento de encubrir este error, la iglesia declaró que la corona había desapareció milagrosamente, y los fieles se lo creyeron. Este evento sórdido se registró en gran detalle en el libro "Ecos del Olvido", que fue publicado en 1900 por el obispo Sánchez Camacho.

En 1928 la nueva versión, sin corona de la imagen fue examinada por el gran pintor y mexicanista el Dr. Atl quien concluyó que la imagen no era definitivamente de fibra de maguey como se reclamaba, y pasó a añadir que "La pintura de Guadalupe es una parodia de su imagen que está en Fuenterrabla España, que a su vez es una parodia de las imágenes bizantinas de la decadencia. La Virgen de Guadalupe es una obra puramente decorativa, ejecutada por una persona con arte mediocre".

A pesar de toda la documentación histórica (por no hablar de sentido común), que ilustra claramente cómo el engaño de la Virgen de Guadalupe fue perpetrado paso a paso a lo largo del tiempo, millones de devotos mexicanos todavía rezan a su imagen y se dedican a su culto. Pero ¿qué pruebas posibles tienen de que la imagen de la Virgen es auténtica?

La mayoría cita como "evidencia" de la aparición de la Virgen el relato del Nikan Mopohua como se llama a menudo. Este documento, supuestamente escrito en Náhuatl por Antonio Valeriano a mediados de 1500, debe servir como una confirmación oficial del milagro en Tepeyacac. Pero echemos un vistazo a las reclamaciones realizados por este pedazo de "evidencia".

En primer lugar, el Nikan Mopohua comienza afirmando que Juan Diego se dirigía a la parroquia en Tlatelolco a recibir los sacramentos y encontrar un sacerdote para confesar a su tío enfermo antes de morir. Debe tenerse en cuenta que los sacramentos, como la confesión y la comunión, no se les concedió a los indígenas hasta 1540 - ya que se pensaba que los mexicanos no eran humanos y no tenían alma. No sólo eso sino que Tlatelolco no tuvo una parroquia hasta 1572. De hecho, ni siquiera el padre Sahagún "Historia general de las cosas de la Nueva España", que fue escrito a partir de Tatelolco, hace ninguna mención de la aparición una virgen. No hay un solo documento escrito disponible desde 1531 hasta 1648 que tenga un solo registro de Juan Diego o el supuesto milagro.

Españoles, tales como Bernal Díaz del Castillo, Diego de Durán, Bernardino de Sahagún, Bartolomé de las Casas, Hernán Cortés, e incluso Zumárraga mismo nunca mencionan la aparición de la virgen en el Tepeyacac. Esto suena raro teniendo en cuenta cuan importante habría sido la aparición de una virgen a favor de los invasores católicos.

Otro error en el Nican Mopohua que vale la pena mencionar es que el documento informa de acontecimientos que ocurrieron mucho después de que Antonio Valeriano muriera en 1605. Esto hace que sea imposible que Valeriano haya escrito las cosas de las que él ha sido acreditado. Y si esto no fuera suficientemente malo, el documento original Nican Mapohua nunca ha sido demostrado que haya existido en absoluto. La única "prueba" de los documentos originales existentes es una supuesta copia del manuscrito publicado en 1649 por Luis Lasso de la Vega. Pero esta copia, la "Huey Tlanahuikoltika," es nada menos que una traducción Nauatl del libro escrito por el Padre Miguel Sánchez en 1648 - otro fraude de buena fe.

Pero a pesar de la verdad dolorosamente obvia, "La Virgen de Guadalupe" sigue siendo uno de los más reconocibles y símbolos venerados de México. Literalmente millones de nuestra gente converge en la Basílica de Tepeyacac para perder su tiempo, energía, dinero y recursos con la esperanza de que "La Virgen" se les conceda la paz eterna. Pero no todos los mexicanos son rápido para postrarse ante la imagen falsa, e incluso algunos funcionarios de alto rango Católico están cuestionando el origen divino de la tilma. En 1996, Guillermo Schulenberg fue derrocado por el Vaticano después de servir como Abad de la Basílica por 33 años. Schulenberg cree que la creación del mito de La Virgen estaba justificado, ya que ganó toda una nación para la religión católica. Su delito real, sin embargo, fue dudar de la existencia de Juan Diego, y conocer la verdad detrás de "La Virgen de Guadalupe".

El artista indígena Marcos Cipac de Aquino, discípulo del colegio de San José de los Naturales, pintó una imagen de la Virgen de Guadalupe por encargo del segundo arzobispo de México, Alonso de Montúfar, afirma el libro ’’La Búsqueda de Juan Diego’’. El texto, de próxima publicación por la editorial Plaza & Janés -cuyo adelanto ofrece hoy la revista ’’Proceso’’-, fue escrito por el sacerdote Manuel Olimón Nolasco, uno de los religiosos que cuestionan junto con el anterior abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Shulemburg, la existencia histórica de Juan Diego. 

Olimón divulga en su libro una recopilación de cartas y textos intercambiados con El Vaticano, para dar a conocer su postura antes de que el Papa, Juan Pablo II, decidiera la canonización del indígena mexicano Juan Diego. Pese a que la canonización de Juan Diego es un asunto decidido por la Iglesia, este nuevo libro reabre la polémica sobre el origen milagroso de la imagen guadalupana, que es venerada por millones de mexicanos y latinoamericanos. 

El autor publica cartas hasta ahora secretas entre religiosos y El Vaticano para manifestar su inquietud por la canonización de un personaje cuya existencia histórica no ha sido probada. "La canonización pondría en tela de juicio la credibilidad y el prestigio de nuestra Iglesia, a la que pertenecemos y amamos como católicos", señalaron los sacerdotes en una carta. 

Entre los testimonios el autor rescata las opiniones de que la imagen no es de origen sobrenatural sino una obra humana hecha sobre tela de algodón, según un análisis científico efectuado en noviembre de 1982 por un grupo de técnicos en conservación de obras de arte. 

Además, recoge un texto de Shulemburg enviado al Vaticano de que la obra fue "muy probablemente pintada a mediados del Siglo XVI, por alguien cuya mano desconocemos". Según las creencias mexicanas, la "Virgen Morena" se apareció tres veces al indio Juan Diego en el Cerro de Tepeyac, en diciembre de 1531. Allí, la Virgen pidió a Juan Diego que acudiera con el obispo fray Juan Zumárraga para que construyera un santuario en el cerro de Tepeyac, lugar donde se adoraba a una antigua deidad azteca, la diosa Tonantzin. El obispo pidió una prueba de las apariciones y la Virgen hizo el supuesto milagro de estampar su imagen en la túnica del indígena. 

El siguiente texto citado data de 1905 y fue escrito por el Obispo de la diócesis de Tamaulipas, Eduardo Sánchez Camacho en un libro titulado "ECOS DE LA QUINTA DEL OLVIDO", que fue vetado en México por muchisimos años: 

"Vine de Obispo católico a Tamaulipas y aquí se eclipsó mi estrella. No creía ni creo en la aparición de la llamada Virgen María en el Tepeyac. Lo de mi escepticismo guadalupano irritó, indignó en sumo grado al obispo y cabildo de Puebla, que me amenazaron con la inquisición romana.  ¿Cómo pudieron esos señores amenazar a un mexicano con los juicios de la inquisición romana? Nuestras leyes son claras y terminantes, y un mexicano se ríe de la institución inquisitorial de Roma.
Pero todo eso me puso en contra a Roma y los suyos, y vino en mil ochocientos noventa y seis un enviado del Papa, llamado Nicolás Averardi, con instrucciones expresas de quitarme mis ideas. Ese Cerreti sabía y sabe que el clero mexicano, más inmoral que todos los del viejo mundo, es generoso, conoce el modo fácil de hacer dinero, y proporciona el modo de adquirirlo, si no le da en abundancia.  Ese Cerreti sabía que la idolatría del pueblo mexicano es muy productiva en dinero. ¡Que terquedad tan brutal! No creyera yo y me parece que ningún hombre de sana razón puede creer lo que hace la superstición pertinaz y ciega de los hombres que se llaman grandes e ilustrados y que deberían ser los guías de la multitud, para llevarla a su verdadera dicha, y son verdaderos lobos que devoran al pobre ignorante, que desgraciadamente cree con fe ciega los embustes religiosos. 

No hay una sola palabra en la historia de México que se refiera a la aparición de la madre de Cristo en el Tepeyac.  Aquí en Tamaulipas hay muchas imágenes aparecidas, siendo la más notable la del “Chorro” o “Chorrito”; pero ni esa ni ninguna otra tiene las pretensiones de origen angélico o divino, ni menos de ser obra de la Madre de Cristo. ¡Son más racionales los Tamaulipecos que el Ilmo. Arzobispo de Puebla! 

Algún sabio ha dicho que los indios acostumbraban poner sus imágenes fuera de las iglesias, y que de allí las levantaban los clérigos o empleados de los templos. Tal vez Marcos Cipac, autor de la imperfectísima pintura del Tepeyac, la puso fuera de la ermita que allí había y fue recogida por los empleados de dicha ermita o Capilla para que hiciera milagros. Ningún historiador del siglo XVI ha dicho nada de esa aparición, luego no sucedió. El Padre Sahún, religioso instruido, piadoso y virtuoso tacha de idolátrico el culto de la imagen del Tepeyac; luego que este no tenía origen divino, ni era obra de la madre de Cristo. Las diócesis antiguas ni pensaron en la guadalupana, y las erigidas hasta el siglo XVIII, no se distinguieron por su piedad y culto de Guadalupe. 

Sería interminable citar escritores del siglo XVI, que como los anteriores que he citado declaran la falsedad de tal aparición, y solo quiero recordar dos testimonios que hacen prueba plenamente de cualquier juicio. Los primeros frailes franciscanos que vinieron a México, en la época de la conquista, fueron hombres ejemplares en el cumplimiento de su oficio. Procuraron en sus predicaciones y con su ejemplo y conducta, apartar los indios de la idolatría. Vieron por esto, con disgusto que se divulgara que la imagen de Guadalupe que se veneraba en el Tepeyac, y que era obra del indio Marcos Cipac o Marcos de Aquino, hacía milagros. Juzgaron que esto hacía que los indios adoraran a las imágenes, como hoy lo hacen con autorización y aún por orden de los prelados; volviendo así a la idolatría, que es la que practican nuestros indios. 

El P. Fray Francisco de Bustamante, Provincial de los franciscanos, predicó en alguna iglesia de México el ocho de septiembre de 1556 y dijo todo lo que antes he expresado en este párrafo. Dijo además que el que inventó o por primera vez dijo que aquella imagen hacía milagros, merecía cien azotes y doscientos al que siguiera divulgándolo. Dijo que el Arzobispo Fr. Alonso de Montufar, que entonces gobernaba aquella iglesia, autorizaba esos falsos milagros, contra lo dispuesto por el concilio de Letrán, bajo pena de excomunión. Luego en 1557 no había habido aparición, sino que se decía públicamente que la imagen del Tepeyac era pintura del indio Marcos Cipac. 

Esto llegó a oídos de su majestad el Rey entonces nuestro señor, y pidió informe al Virrey Don Martín Enríquez sobre el origen de la ermita y culto de la imagen del Tepeyac; y el Virrey contestó el 23 de septiembre de 1575 “que el año 56 o 57 estaba allí (en Guadalupe) una ermitilla, en la cual estaba la imagen que ahora está en la iglesia, y que un ganadero que por allí andaba, publicó haber cobrado salud yendo a aquella ermita y empezó a crecer la devoción de la gente, y pusieron nombre a la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe por decir que se parecía a la Guadalupe de España”. 

Luego el origen de esa imagen del Tepeyac y de su culto no es la supuesta y falsa aparición. Este documento también hace prueba plena en derecho, por ser oficial de un Virrey a su Soberano."

Sobre el fraude de la virgen de Guadalupe


El tema guadalupano ha sido objeto de apasionados debates históricos desde que a finales del siglo XVIII, un académico español, Juan Bautista Muñoz, seguido por dos mexicanos, el pintoresco dominico fray Servando Teresa de Mier y, a finales del siglo XIX, el erudito Joaquín García Icazbalceta, pusieron en duda desde posiciones y por motivos muy diversos, la historicidad del hecho guadalupano.

En los años 90 y con motivo de la beatificación de Juan Diego, hecha por Juan Pablo II, el 6 de mayo de 1990, se volvió a avivar la polémica, encabezada, esta vez, por el ex abad de la Basílica de Guadalupe, Mons. Guillermo Schulemburg Prado, que en una entrevista concedida a Javier Sicilia y a Ricardo Newman, editores de la revista Ixtus, niega la historicidad de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. A la pregunta que le hacen los autores: "¿Qué pasó entonces con Juan Diego?", responde simple y llanamente: "Es un símbolo, no una realidad". La entrevista fue reproducida seis meses después por la revista italiana 30 Giorni, y por la revista mexicana ¡Siempre!, con gran resonancia en todos los medios de comunicación. Todo el pueblo mexicano, medularmente guadalupano, siguió la polémica con consternación cercana al escándalo.

Cuando se preparaba el año jubilar de la redención, empezaron a correr rumores fundados de que era muy deseable y no imposible que el Papa Juan Pablo II canonizara a Juan Diego en una celebración jubilar del Año 2000. Alarmado ante los rumores, el batallero Mons. Schulemburg, en ese momento de 80 años de edad, escribió una carta al cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano, con copia a los arzobispos Tarsicio Bertone, s.d.b., Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y José Saraiva Martins, c.m.f., Pro prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, alertándolo sobre la gravísima perplejidad que acarrearía a la fe los fieles si se llegara a la canonización de Juan Diego. He aquí sus palabras: "Si se diera la famosa canonización, conociendo perfectamente la seria y grave problemática histórica, ¿cuál debe ser nuestro asentimiento de fe? Repetimos: ¿puede resolverse por el camino de la fe lo que no se ha podido resolver por el camino de la historia? Cuáles la credibilidad y seriedad de la Iglesia en un caso semejante? ¿Basta la jerarquía de las personas que están insistiendo en la canonización, sin que conste la historicidad del personaje y de los acontecimientos legendariamente atribuidos a dicho personaje?".Firman la carta, además de Guillermo Schulemburg, Carlos Warnholtz, arcipreste de Guadalupe y Esteban Martínez, bibliotecario de la biblioteca Boturini.

Vengamos ya a la discusión de las dudas y objeciones sobre el evento guadalupano y sobre la existencia de Juan Diego, así como al análisis de las fuentes históricas que los autores de esta obra presentan como razonada respuesta.

I. LOS QUE NIEGAN EL HECHO DE LAS APARICIONES GUADALUPANAS

Quienes se oponen al acontecimiento guadalupano lo hacen por una de las siguientes razones:

1) "Guadalupe" sería un mito religioso que representaría las antiguas tradiciones religiosas mexicanas sincretísticamente asumidas por el catolicismo. La Virgen de Guadalupe sería la transposición católica de una "divinidad" pagana, como Tonantzin, la diosa madre benévola, y Juan Diego uno de los personajes del mito.

2) "Guadalupe" sería un instrumento catequético usado por los misioneros en la evangelización de los indígenas; habrían aplicado al caso mexicano la tradición española que usaba el teatro, las escenificaciones y los pasos procesionales con tal fin dando lugar a una rica tradición escultórica e iconográfica. En esta línea se sitúa el ex-abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schullemburg: se trata de una simple devoción mariana, apoyada en el símbolo de una imagen.

3) "Guadalupe" sería fruto del naciente criollismo a partir del siglo XVII, una afirmación de poder frente a los peninsulares españoles. Habría nacido así el nacionalismo mexicano con raíces criollas y la Virgen de Guadalupe sería su símbolo. Solamente en un segundo tiempo se daría espacio al indio Juan Diego y a los indios, que no habrían sido recordados como protagonistas en el hecho hasta entrado el siglo XVIII. La misma Independencia mexicana habría sido proclamada bajo este símbolo.

4) Para otros, la duda nacería de la falta de fuentes exhaustivas en los primeros veinte años; pesa mucho sobre ellos el llamado "silencio documental franciscano", especialmente el de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la diócesis de México, y el de otros cronistas de la época, sumamente fieles en la transmisión de los hechos más importantes de la conquista y de la evangelización.

5) Otros, temen que haya demasiadas publicaciones o formas devocionales guadalupanas en las que prevalecería lo devocional, sin preocuparse de lo histórico, con el riesgo de caer en el fideismo o en el sentimentalismo.

II. PROBLEMÁTICA SOBRE LA HISTORICIDAD DE JUAN DIEGO.

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio "vidente" de Santa María de Guadalupe, nació al parecer hacia el 1474 y murió en 1548. Algunas fuentes primitivas indígenas guadalupanas, y más tarde las "españolas", lo llaman explícitamente "embajador-mensajero" de Santa María de Guadalupe. Fue beatificado en la basílica de Guadalupe de la ciudad de México el 6 de mayo de 1990 por Juan Pablo II, durante su segundo viaje apostólico a México.

La historia de su causa está estrechamente unida al de del hecho guadalupano. Desde un punto de vista jurídico se abrió un proceso en 1666 para reconocer el hecho. A partir de 1974, V Centenario de la hipotética fecha del nacimiento de Juan Diego, los obispos mexicanos y más tarde los latinoamericanos pidieron su canonización Relatio et Vota de los consultores historiadores del 30 de enero de 1990 y de los consultores teólogos del 30 de marzo de 1990).. Durante su primera Visita pastoral a México en 1979 Juan Pablo II presentó también a Juan Diego como un personaje histórico, importante en la historia de la evangelización de México. Se llegó así a su beatificación en la basílica de Guadalupe en México por Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990.

Sin embargo, la beatificación fue llevada a cabo con el método de las llamadas beatificaciones "equivalentes" (equipolenti), es decir, "concediendo el privilegio de la ratificación del culto, lo cual significa que Juan Diego fue declarado beato desde el momento de su muerte" (El encuentro..., p.XV). Esto despertó la polémica sobre la historicidad del acontecimiento guadalupano y sobre la misma figura de Juan Diego. Dado que muchos obispos pedían su canonización, a principios de 1998, la Congregación para la Causa de los Santos nombró una comisión histórica encargada de investigar más a fondo la problemática histórica. Rosado, solicitó la cooperación de unos 30 investigadores de diversas nacionalidades que aportaron notablemente con sus datos en el estudio de la problemática (Cfr. El Encuentro..., pp.XXVI-XXIX). El P. F. González expuso los resultados en un Congreso Extraordinario celebrado en el Dicasterio Vaticano de los Santos el 28 de octubre de 1998, obteniendo un éxito positivo en la resolución de las dudas presentadas sobre la problemática histórica..

Parte de los resultados de tal estudio han sido recogidos en el volumen que comentamos de F. González Fernández, sacerdote comboniano, actual profesor de historia de la Iglesia en las Pontificias Universidades Gregoriana y Urbaniana, de Roma, consultor de la Congregación para la Causa de los Santos, Eduardo Chávez Sánchez, historiador, y José Luis Guerrero Rosado, historiador y eximio guadalupanista. Las dudas y objeciones han sido un catalizador para la investigación y la reflexión más honda. La obra presenta una serie de documentos de procedencia diversa, que a nuestro entender, afirman de manera convergente tanto la historicidad de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, cuanto la del mismo Juan Diego. Ha sido preocupación de los autores examinar críticamente esta documentación. Ofrecen también algunas hipótesis razonables para explicar algunos vacíos, como el llamado "silencio guadalupano" de algunos personajes eclesiásticos y civiles del siglo XVI.

III. DOCUMENTOS ESTUDIADOS Y METODOLOGÍAAPLICADA

La investigación tenía como objetivo inmediato llegar a un dictamen sobre la historicidad de Juan Diego con miras a su proceso de canonización. Dadas las características peculiares del tiempo, del ambiente y de la naturaleza de la documentación, se tenían que estudiar los distintos problemas históricos respetando la índole de tal documentación. Para alcanzar tal propósito, se siguieron los criterios del método usado en la Congregación vaticana para las Causas de los Santos: investigar el asunto con los criterios de la metodología crítico-histórica en archivos y bibliotecas; averiguar si las fuentes eran dignas de fe, total o parcial, y en qué medida; y ver si en tales fuentes se podían encontrar aquellos elementos que pudiesen ofrecer un fundamento histórico para llegar a un juicio sobre la historicidad del acontecimiento guadalupano de México y de su nexo con el indio Juan Diego.

1. Tres tipos de fuentes históricas: indígenas, españolas y mestizas

Las fuentes históricas y literarias proceden fundamentalmente de tres matrices culturales distintas: las estrictamente indias e indígenas, las españolas y europeas, y las mestizas donde se dan cita los dos elementos anteriores en manera diversa. El tratamiento de cada fuente lo impone la fuente misma y su naturaleza, es decir, el objeto debe prevalecer sobre los "a priori" del investigador. Por todo ello, hay que tener en cuenta la historia y la cultura mexicana prehispánica, la de los conquistadores y misioneros españoles y el proceso evolutivo histórico que se da en la Nueva España desde el siglo XVI en adelante. Además, para dar un justo valor a las fuentes históricas hay que tener en cuenta los hechos de interculturación de los dos mundos: su lenguaje cultural, el valor de sus tradiciones y el método de su transmisión.

2. Las fuentes indígenas

El momento histórico en el que se desenvuelven los hechos guadalupanos -derrumbe del imperio azteca, transición de una civilización y forma de vida a otra nueva que está naciendo, pero que tardará aún muchos años en configurarse-, la escasez relativa de documentos guadalupanos directos de la primera hora. Sin embargo, tenemos el recurso de noticias e informes fidedignos tempranos, tanto indígenas como españoles, pertenecientes a los primeros veinte años tras los hechos, o de otros que, a partir de mediados del siglo XVI, abordaron el tema recurriendo a documentos o testigos antiguos, como es el caso de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y, sobre todo, las Informaciones Jurídicas de 1666, que recogieron muchos de estos testimonios, entre ellos de gente que conoció a testigos contemporáneos de los hechos y de sus protagonistas.

En la historia de la documentación cobran especial relieve los códices indígenas, por lo que es necesaria su interpretación adecuada. En una carta, recientemente descubierta, del erudito italiano del siglo XVIII Lorenzo Boturini, se enumeran los documentos que pretende recuperar, y busca el autor la intervención de personas competentes para que le sean entregados. Muchas fuentes indígenas fueron destruidas, como declaran dos autoridades indiscutibles de la primera hora, fray Bernardino de Sahagúny Gerónimo de Mendieta Torquemada, Monarquía Indiana, Ed. Porrúa (Col. Biblioteca PorrúaN. 41, 42 y 43). Introducciónde LeónPortilla, México 1986, 3 vols., T. III, p. 449. Otras causas de la escasez de fuentes de archivo son indicadas a lo largo de esta obra: cfr. algunos datos en El encuentro...,(pp. 284-285), como robos, incendios (por ejemplo, el del Archivo del Cabildo de México de 1692), la legislación sobre el papel, su reciclaje para usos comerciales, etc..

Hay una fuente documental, no siempre debidamente valorada, y que en el caso guadalupano mexicano tiene una capital importancia, la transmisión oral o la tradición. Ya en el siglo XVI un observador atento, como el jesuíta p. José de Acosta, conocedor de las realidades de México y de Perú,en su correspondencia con el jesuita mexicano Juan de Tovar se preguntaba sobre el valor de las tradiciones y de la transmisión oral. Un siglo más tarde el lingüista y catedrático mexicano, Luis Becerra Tanco, volvía sobre el mismo argumento. Ambos testimonios subrayan el valor positivo de tal tradición y método. En 1578, el misionero dominico fray Diego Durán reconocía el error de haber destruido los códices indígenas La conquista espiritual de México, Fondo de Cultura Económica, México, México, ed. de 1986, pp. 106-108; se citan los testimonios de Sahagún, Duran, Mendieta, Dávila Padilla y Burgoa, entre otros.. La validez y fiabilidad de este tipo de transmisión han sido confirmados por los modernos investigadores nahuatlacos como Miguel León Portilla. Por ello es necesario tener presente la importancia de la tradición oral como fuente histórica entre los pueblos de cultura principalmente oral, como lo eran los pueblos mexicanos. La tradición oral en esos casos suele obedecer a cánones bien precisos.

3. Observaciones sobre las fuentes indígenas y sobre las fuentes "mestizas" o mixtas

F. González Fernández, E. Chávez Sánchez y J. L. Guerrero Rosado presentan 27 documentos o testimonios indígenas guadalupanos de diversa procedencia, valor e interpretación, entre los que destaca el Nican Mopohua; y 8 de procedencia mixta indoespañola o mestiza, entre los que sobresalen los pertenecientes a don Femando de Alva Itlilxóchitl y el llamado Códice Escalada, recientemente descubierto. Ante todo hay que establecer su procedencia, su cronología, y su finalidad. Entre las fuentes indígenas la principal es sin duda "El Nican Mopohua", atribuido al escritor indio Antonio Valeriano, de cuya paternidad hoy día los mejores investigadores ya no dudan.

El Documento tiene una estructura poética y se trata "de un testimonio privilegiado del proceso de transculturación del cristianismo de Nueva España, el cual sigue manteniendo un valor y una actualidad ejemplar para la introducción a filosofías y teologías mexicanas, así como para la praxis teológica y social y para la pastoral eclesiástica en el México actual y en otros países de América". Sin embargo, la cuestión acerca de la historicidad de su contenido y de cuanto en él es revestimiento literario o parte de un entorno cultural, sigue siendo discutido con vehemencia.

El documento de Antonio Valeriano fue dado a conocer en su texto náhuatl por Lasso de la Vega en 1649. "Es un texto complejo y simple a la vez .que se convirtió en el paradigma para otros relatos posteriores y que influye decisivamente en el proceso religioso de México. En este texto en náhuatl lo que más destaca, como ya lo había expresado el historiador y nahuatlaco A.María Garibay, es el extraordinario mensaje de la maternidad espiritual de María, principalmente hacia lo pobres y los desamparados".

Por todo ello, hay que estudiar el documento en su contexto cultural, en "la configuración literaria del acontecimiento guadalupano", "teniendo presente las reflexiones filosóficas y recensiones teológicas del acontecimiento guadalupano", y la "cosmovisión náhuatl (tolteca-azteca) y cristiana. Cada palabra de los 218 versos del Nican Mopohua tiene sus significados dentro de la filosofíay mitología nahuas así como dentro de la visión cristiana respectivamente". La complejidad y la amplitud de la cosmovisión náhuatl y del profundo intento de inculturación cristiana por obra de los misioneros son temas que necesitan un conocimiento y un estudio atento. Para entenderlo hay que tener presente todos los datos'que nos ofrecen las fuentes históricas y literarias de los siglos XVI y XVII en la Nueva España.

En la interpretación de las fuentes indígenas guadalupanas hay que tener en cuenta también que estas no son "puras" en el sentido cultural y lingüístico, sino que proceden ya de indígenas cristianos o que han entrado en contacto con el mundo cultural español y misionero. Estos contactos se reflejan en las fuentes, sea en el contenido como en el lenguaje. Por ello, para entender estas fuentes se debe tener presente el rico mundo literario náhuatl de temas religiosos, filosóficos y de ciencias naturales, producido por indígenas y por españoles después de 1521. No hay que olvidar la procedencia humanista de muchos frailes misioneros y de muchos conquistadores. Tal humanismo cristiano se encontró con la sabiduría tradicional india. Antonio Valeriano es un ejemplo. Hay que notar también que la lengua náhuatl es rica en expresiones literarias para hablar poéticamente de la cosmovisión mesoamericana y narrar hechos de su historia. Esta lengua además era la lengua "franca" de Mesoamérica usada por numerosos poetas, cronistas y literatos en tiempos antiguos y en los tiempos inmediatamente posteriores al acontecimiento guadalupano. Los hechos y el mensaje de la doctrina cristiana fueron también expresados en ella con la misma metodología, los mismos acentos y el mismo desarrollo del pensamiento filosófico de los antiguos "tlamatinime", los sabios mexicanos creadores de cantos, crónicas y poesía. Este aspecto de la inculturación náhuatl cristiana explica el estilo y el contenido de estos documentos indígenas.

4. Fuentes mestizas o mixtas indoespañolas

Son fuentes "mestizas o mixtas indoespañolas" las que contienen algún elemento mestizo determinante: por razón de su autor, como en el caso de don Femando de Alva Ixtlilxóchitl (descendiente de español y de indígena), o porque los autores firmantes del mismo documento son un indígena y un español, como en el Códice Escalada (firmas del indio Antonio Valeriano y del español fray Bernardino de Sahagún), por la lengua usada (náhuatl), como en el Códice Escalada, o por otros elementos, como autor, composición o lengua que indican la presencia de un mestizaje cultural, que ya no es ni el puramente indígena prehispánico, ni el español importado. Entre estas fuentes los autores de la presente obra catalogan algunas de capital importancia, pero donde hay ya un nuevo tipo de acercamiento y de juicio cultural, fruto de la nueva situación. Entre ellos, el Nican Motecpana de don Femando de Alva Ixtlilxóchitl, el Inin Huey Tlamahuizoltica, el mapa del mismo Alva Ixtlixóchitl, el Inin Huey Tlamahuizoltzin [atribuido a Juan González], el testamento de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, el llamado Códice Florentino [de fray Bernardino de Sahagún], el testimonio de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl respecto a favores a los habitantes de Teotihuacán, y el importante Códice Escalada con un testimonio guadalupano directo y una especie de "acta de defunción" de Juan Diego, el vidente guadalupano.

5. Fuentes españolas y europeas

Los documentos del siglo XVI de "procedencia española" a favor de Guadalupe son numerosos; pero también aquí hay la misma problemática de lectura que en los documentos de procedencia india o mestiza escritos en náhuatl o en castellano.

La mayor parte de los documentos presentados en apoyo del acontecimiento guadalupano pertenecen a la segunda parte del siglo XVI y crecen cada vez más hasta nuestros días. Frecuentemente estos documentos se refieren directa o indirectamente al culto dado a la Virgen de Guadalupe en la capilla a Ella dedicada en las faldas del cerro de Tepeyac a las afueras de la Ciudad de México. Tales fuentes no siempre se refieren al hecho directo de las apariciones; a veces se trata de documentos circunstanciales en los que se recuerda "Guadalupe" de paso.

En la obra que venimos comentando "El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego" se presentan y analizan documentos "guadalupanos", todos pertenecientes a la época que va a partir de la mitad del siglo XVI (hacia 1555 en adelante) y llegan hasta 1630: 9 testamentos, 2 documentos relativos a donaciones, 2 de carácter jurídico (controversias), 11 referencias guadalupanas en crónicas de la época, algunas de especial valor, las Actas de Cabildo entre 1568 y 1569, el llamado mapa de Uppsala, algunos testimonios iconográficos primitivos, peticiones de indulgencias y privilegios, concesiones de gracias por parte de la Santa Sede a partir de Gregorio XIII; documentos que muestran la importancia del santuario de Guadalupe en el virreinato de la Nueva España; y los testimonios de los jesuítas relativos a Santa María de Guadalupe.

Nuevos documentos, fruto de una investigación de archivo, están enriqueciendo los estudios sobre la historicidad guadalupana y juandieguina. Esta riqueza de fuentes no impide plantearse algunos problemas, como la falta de documentos conocidos, anteriores a 1548, es decir pertenecientes a las dos primeras décadas inmediatamente sucesivas a 1531, fecha que la tradición y el resto de los documentos dan al acontecimiento guadalupano: ¿existen documentos de estos primeros 20 años aún perdidos en archivos o bibliotecas? Los antiaparicionistas esgrimen este "silencio" documental como su argumento más fuerte; mientras que los aparicionistas ofrecen varias hipótesis para explicarlo. De todas maneras habría que aplicar aquí el principio jurídico de que el "silencio" no afirma ni niega nada. La cuestión está abierta.

Las fuentes "españolas o europeas" crecen a partir del segundo arzobispo de México, el dominico Alonso de Montúfar (desde 1554 a 1573). El guadalupanismo de los arzobispos mexicanos desde Montúfar es indiscutible. A lo largo del siglo XVII "Guadalupe" se une cada vez más con la conciencia católica mexicana. La experiencia religiosa católica constituye sin duda la base más fuerte de la identidad católica nacional mexicana. En este juicio coincide la mayor parte de los autores guadalupanos, sea aparicionistas como antiaparicionistas. Como escribe un autor: "En términos socioculturales, la veneración de la Virgen de Guadalupe permite a los indígenas, gracias a las circunstancias particulares de su aparición a un pobre indio, la reivindicación de sus reclamos de respeto y de reconocimiento dentro de la sociedad colonial y de su participación de la esperanza de la salvación. [...] La Virgen de Guadalupe no fue propiedad de los conquistadores ni de los indios; se tomó en elemento decisivo en el largo proceso de formación de una cultura mexicana mestiza, con un marcado distanciamiento del mundo hispano de donde provino. Su doble origen hispano-indio reflejaba la disposición sociocultural de los mestizos, incluso de los criollos en la Nueva España".

6. Unas conclusiones y una reflexión a partir de los datos de esta historia

Los autores, al concluir la obra, deducen que, después de un análisis serio de las fuentes, éstas muestran una convergencia en lo esencial. Veámoslo.

1. En los inicios de la presencia española en México, y precisamente en el valle del Anahuac, después de una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político "náhuatl", en un lugar significativo para el mundo indígena, el cerro del Tepeyac, se levanta enseguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la Guadalupe de España coincide sólo en el nombre.

2. Con una fuerza increíble la ermita de Guadalupe se convierte en punto de atracción devocional, en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición.

3. En torno a la primitiva ermita se desarrolla una devotio creciente, ya sea de parte de los indios como de los españoles, criollos y mestizos, que ninguno - tampoco los influyentes frailes misioneros mendicantes - pudieron frenar. Esta devotio se convierte en el punto de convergencia de los diferentes grupos, "la casa común de todos" que reconocen en María, la "Madre de Aquel por quien se vive" (como la llama el Nican Mopohua), la Madre de todos.

4. Esto viene progresivamente señalado por las fuentes: con más fuerza por las indígenas y poco a poco por las españolas. Las indígenas hablan muy pronto de las apariciones e indican con claridad al indio Juan Diego; las españolas son más lentas al principio en las referencias juandieguinas y subrayan más el centro del evento, que es la mediación de la Virgen María.

5. Entre las fuentes, la tradición oral entre los indígenas ocupa un lugar privilegiado.

6. Las fuentes orales, escritas, representaciones (pinturas, esculturas...) y arqueológicas, muestran cómo en torno al hecho guadalupano se desarrolla una creciente atención y "devotio", a la cual va íntimamente ligada la veneración popular del vidente Beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin, considerado como "embajador de la Virgen María".

7. En los lugares vinculados a la vida de Juan Diego se conserva una memoria viva entre los indígenas, ya a partir del siglo XVI, con signos crecientes de veneración. Sobre el lugar donde la tradición decía que surgía su casa natal se levantó una iglesia en honor de la Virgen. Las excavaciones arqueológicas han confirmado la existencia de una casa indígena de finales del s. XV o principios del XVI debajo y en los aledaños del templo.

8. Los franciscanos al principio permanecieron más bien hostiles ante la aceptación del culto de la Virgen de Guadalupe. Hay que leer los motivos de tal hostilidad a la luz de su conocida metodología misionera frente al mundo cultural y religioso indígena y al miedo de un comprensible sincretismo.

9. El documento llamado "Informaciones de 1666" es uno de los más seguros, por su naturaleza jurídica, por su objetivo, por su destinatario y por la calidad de los testigos, sobre todo indios, que nos dan abundantes noticias transmitidas por su tradición oral relativas al acontecimiento guadalupano y a su paisano Juan Diego y el culto a los santos (1634). Sin embargo, tales disposiciones cooperaron a suspender cautelosamente formas explícitas de culto, pero sin llegar nunca a erradicarlo de la mentalidad popular, como lo demuestran los numerosos documentos de la segunda mitad del siglo XVII en adelante..

La cultura de un pueblo es la expresión vivida de lo que ha construido el pueblo. Muchos documentós eclesiásticos de los papas, a partir de León XIII, y de los obispos latinoamericanos (a partir del Concilio Plenario Latinoamericano de 1899 y a lo largo del siglo XX) hablan del "catolicismo" como un rasgo característico del pueblo latinoamericano: "En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado, presentando a la Virgen María como su realización más alta [de la Iglesia como instrumento de comunión. Puebla n.280-281]".

Desde los orígenes -en su aparición y advocación de Guadalupe -, María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo con quienes ella nos invita a entrar en comunión. María fue también la voz que impulsó ala unión entre los hombres y los pueblos. Como el de Guadalupe, los otros santuarios marianos del continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia con la historia latinoamericana". "Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa María de Guadalupe, a través del Beato Juan Diego, se "ofrece un gran ejemplo de Evangelización perfectamente inculturada" (Juan Pablo II, Discurso inaugural,24).

Javier García