domingo, 28 de diciembre de 2014

La locura bíblica de nuestros días


Fuente: Newsweek

Ellos agitan sus biblias a los transeúntes gritando condenas a los homosexuales, se arrodillan cantando alabanzas en la base del monumento consagrado a los diez mandamientos mientras exigen que se pueda orar en las escuelas. Le ruegan a Dios que salve a a los EE UU de sus enemigos políticos, en su mayoría demócratas. Miles de ellos se reúnen en estadios de fútbol para orar por la salvación de su país. Ellos son los farsantes de Dios, los cristianos de cafetería que escogen a qué versículos de la Biblia deben prestarle atención, y lo hacen con menos cuidado del que ponen en elegir el menú de su almuerzo. Se les unen los racionalizadores religiosos, fundamentalistas que, incapaces de hallar en las Escrituras algo que avale sus prejuicios y creencias, distorsionan frases y modifican traducciones para demostrar que honran las palabras de la Biblia.

Ésta ya no es una cuestión de fe personal o privada. Con políticos, líderes sociales e incluso algunos clérigos evocando un libro que da la apariencia que nunca lo han leído y cuyas frases no entienden, EE UU está siendo asediado por el analfabetismo bíblico. Se dice que el cambio climático es imposible por las promesas que Dios le hizo a Noé; la ley mosaica del Antiguo Testamento ordena al gobierno estadounidense; el creacionismo debería enseñarse en las escuelas; ayudar a los sirios a resistir los ataques con armas químicas es una señal del fin de los tiempos: todos estos argumentos han sido presentados por políticos evangelistas modernos y sus correligionarios, pero ninguno de ellos está sustentado en las Escrituras como éstas fueron escritas originalmente.

La Biblia no es el libro que muchos fundamentalistas estadounidenses y políticos oportunistas piensan que es, o para ser más preciso, que quieren que sea. Su falta de conocimiento de la Biblia es más que clara. Un sondeo de Pew Research en 2010 descubrió que los evangelistas calificaban sólo un poco arriba de los ateos en cuanto a familiaridad con el Nuevo Testamento y las enseñanzas de Jesús. “Los estadounidenses veneran la Biblia; pero, en líneas generales, no la leen”, escribieron George Gallup Jr. y Jim Castelli, encuestadores e investigadores cuyo trabajo se enfocó en la religión en Estados Unidos. El Barna Group, una encuestadora cristiana, descubrió en 2012 que los evangelistas aceptaban las actitudes y creencias de los fariseos —líderes religiosos descritos a lo largo del Nuevo Testamento como opuestos a Cristo y su mensaje— más de lo que aceptaban las enseñanzas de Jesús.

La exploración que Newsweek hace aquí de la historia y el significado de la Biblia no tiene la intención de promover una teología en particular o debatir la existencia de Dios. Más bien, está diseñada para dar una luz sobre un libro que ha sido abusado por la gente que afirma venerarlo pero no lo lee, creando un misterio para otros en el proceso. Cuando el analfabetismo de los autoproclamados expertos bíblicos lleva a los padres a correr a sus hijos de su hogar, cuando pone a un vecino en contra de otro, cuando engendra odio y condena, cuando impide la ciencia y socava el avance tecnológico, el tópico se ha vuelto demasiado importante para que los estadounidenses lo ignoren, ya sean profundamente devotos o fieles poco entusiastas, creyentes o ateos.

Esta examinación —basada en gran medida en las obras de decenas de teólogos y escolares, algunas de las cuales se remontan a siglos atrás— es una reseña de la historia de la Biblia y un recuento de sus palabras. Sólo al aceptar de dónde proviene la Biblia —y quién la compiló— es que cualquiera podrá comprender lo que dice el libro más importante de la historia e, igual de importante, lo que no dice.

Jugar al teléfono descompuesto con la palabra de Dios

Ningún predicador televisivo ha leído la Biblia. Tampoco algún político evangelista. Tampoco el papa. Tampoco yo. Y tampoco usted. A lo más, todos hemos leído una mala traducción, una traducción de traducciones de traducciones de copias de copias de copias de copias hechas a mano, y así cientos de veces.

Pasaron alrededor de 400 años entre la escritura de los primeros manuscritos cristianos y su compilación en el Nuevo Testamento. (Esa es la misma cantidad de tiempo entre la llegada de los Padres Peregrinos en el Mayflower y hoy día.) Los primeros libros del Antiguo Testamento fueron escritos 1,000 años antes de eso. En otras palabras, unos 1,500 años pasaron entre el día en que el primer autor bíblico usó el estilete sobre arcilla y cuando los libros que se convertirían en el Nuevo Testamento fueron elegidos. No hubo imprentas previamente o hasta 1,000 años después. No había tecnologías selladas al vacío para preservar el papel por siglos. La arcilla seca se quebró, el papiro y pergamino se desmoronaron, las tintas primitivas se desvanecieron.

Por entonces, los escritos de una época podían pasar a la siguiente sólo mediante copiarlos a mano. Aun cuando había escribas profesionales que dedicaban sus vidas a esta tarea penosa, no empezaron a copiar las letras y testamentos sobre los tiempos de Jesús sino hasta siglos después de que fueron escritos. Antes de eso, los amateurs se encargaban del trabajo.

Estos manuscritos fueron escritos en koiné, o griego “común”, y no todos los copistas amateurs hablaban la lengua o eran siquiera letrados. Algunos copiaron lo escrito sin entender las palabras. Y la koiné se escribía en lo que se conoce como scriptio continua, o sea, no había espacios entre las palabras y ninguna puntuación. Así, una oración como debemoscomermamá podría interpretarse como “Debemos comer, mamá” o “Debemos comer mamá”. Las oraciones pueden tener significados diferentes dependiendo de dónde se coloquen los espacios. Por poner un ejemplo en inglés: godisnowhere podría ser “God is now here” (Dios ahora está aquí) o “God is nowhere” (Dios no está en ninguna parte).

Nada de esto importó por siglos, porque los cristianos tenían la certeza de que Dios había guiado la mano no sólo de los escritores originales sino también la de esos copistas. Pero en los últimos 100 años más o menos, se han descubierto decenas de miles de manuscritos del Nuevo Testamento, remontándose a siglos atrás. Y lo que los eruditos bíblicos ahora saben es que versiones posteriores del libro difieren significativamente de las anteriores; de hecho, incluso copias de un mismo período difieren unas de otras. “Hay más variaciones entre nuestros manuscritos que palabras en el Nuevo Testamento”, dice el Dr. Bart D. Ehrman, un revolucionario erudito bíblico y profesor en la Universidad de Carolina del Norte que ha escrito muchos libros sobre el Nuevo Testamento.

La mayoría de estas discrepancias son poco más que el equivalente manuscrito de un error tipográfico, pero ese error luego fue incluido por otros escribas. También hubo cambios menores hechos por escribas letrados siglos después de que fueron escritos los manuscritos a causa de lo que ellos consideraron como defectos en los recuentos que transcribían. Por ejemplo, una versión temprana de Lucas 3:16 en el Nuevo Testamento decía: “Juan respondió, diciendo a todos ellos…” El problema era que nadie le había preguntado nada a Juan, así que un escriba del siglo V arregló eso mediante cambiar las palabras a “Juan, sabiendo lo que ellos pensaban, dijo…” Hoy, la mayoría de las biblias modernas en inglés han regresado a la forma correcta, aunque confusa, “Juan respondió”. Otras, como la Biblia Versión Nueva Vida, usan otras palabras que disimulan la incongruencia.

Pero esta discusión trata de algo mucho más importante que si algún escriba en la Edad Media decidió que Dios no había prestado atención mientras guiaba la mano de Lucas. De hecho, hay diferencias significativas en copias que tocan problemas mucho más profundos. Los escribas añadieron secciones enteras al Nuevo Testamento, y eliminaron palabras y oraciones que contradecían las creencias ortodoxas emergentes.

Tomemos una de las historias más famosas del Nuevo Testamento, la cual empieza en Juan 7:53. Un grupo de fariseos y otras personas llevan ante Jesús a una mujer atrapada cometiendo adulterio. Bajo la ley mosaica —las leyes de Moisés legadas en el Antiguo Testamento—, ella debía morir lapidada. Los fariseos le preguntan a Jesús si la mujer debería ser liberada o muerta, con la esperanza de obligarlo a decidir entre honrar la ley mosaica y sus enseñanzas de perdón. Jesús contesta: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que lance la primera piedra”. El grupo se marcha, y Jesús dice a la mujer que no peque más.

Es una historia fuerte, conocida incluso por quienes sólo tienen un conocimiento somero de la Biblia. Fue representada en la película La pasión de Cristo, de Mel Gibson, y a menudo es usada para señalar la hipocresía de los cristianos que denuncian lo que perciben como los pecados de los otros. Desgraciadamente, Juan no la escribió. Los escribas la inventaron alrededor de la Edad Media. No aparece en ninguno de los otros tres evangelios o en alguna de las versiones griegas tempranas de Juan. Incluso si el Evangelio de Juan es un recuento infalible del ministerio de Jesús, el evento simplemente no sucedió. Aún más, según Ehrman, el estilo de escritura de esa historia es diferente al resto de Juan, y la sección incluye frases que no aparecen en ninguna otra parte de la Biblia. Los eruditos dicen que son palabras de uso más común mucho después de que fuera escrito el evangelio.

Para los cristianos pentecostales, una sección importante de la Biblia aparece en el Evangelio de Marcos, 16:17-18. Estos versículos dicen que quienes crean en Jesús hablarán lenguas y tendrán poderes extraordinarios, como la capacidad de expulsar a los demonios, sanar a los enfermos y manejar a las serpientes. Los ministros pentecostales a menudo farfullan sonidos incomprensibles, proclamando —basados en parte en estos versículos de Marcos— que los sonidos que hacen son una muestra de que el Espíritu Santo está en ellos. También es una justificación primordial para la aparición de adiestradores de serpientes pentecostales.

Pero de nuevo, los versículos provienen de un escriba creativo mucho después de que escribiese el Evangelio de Marcos. De hecho, las versiones más tempranas de Marcos terminan en 16:8. Es un final inoportuno, con tres mujeres que han ido a la tumba donde Jesús fue tendido después de la crucifixión encontrando a un hombre quien les dice que hagan saber a los apóstoles que el Jesús resucitado los verá en Galilea. Las mujeres huyen de la tumba, y “tampoco dijeron nada a ningún hombre, porque tuvieron miedo”.

En copias tempranas de los escritos griegos originales, eso es todo. Los 12 versículos que siguen en las biblias modernas —Jesús apareciéndose ante María Magdalena y los apóstoles y luego ascendiendo al cielo— no están allí. Un momento significativo que sería difícil de olvidar, pensaría uno.

Lo mismo es cierto de otras partes cruciales de la Biblia, como 1 Juan 5:7 (“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno”); Lucas 22:20 (“De igual manera, tomó la copa después de cenar, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, la cual es derramada en favor de ustedes”) y Lucas 24:51 (“Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos y fue elevado al cielo”). Estos aparecieron por primera vez en manuscritos usados por los traductores que crearon la Biblia del Rey Jacobo, pero no están en las copias griegas de cientos de años antes.

Éstas no son las únicas partes de la Biblia que parecen haber sido añadidas mucho después. Hay muchísimas más; de hecho, muchas más de las que podrían explorarse sin llenar varios números de Newsweek.

Traducción y transmutación

Luego viene el problema de la traducción acertada. Muchas palabras en el Nuevo Testamento griego no tienen equivalentes claros en otros idiomas. La estructura de la oración, los modismos, las diferencias estilísticas; todos estos son retos cuando se convierten los libros del Nuevo Testamento a otro idioma. Y esto no se puede resolver con un curso de Berlitz: la koiné es un griego antiguo que ya no se habla. Por esto es que las traducciones en un mismo idioma difieren, ya que muchas son revisadas para reflejar las opiniones y los pareceres de los traductores modernos.

Por ejemplo, el estándar dorado de las biblias en inglés es la Versión del Rey Jacobo, completada en 1611, pero ésa no fue una traducción del original griego. Más bien, un comité de la iglesia de Inglaterra dependió primordialmente de manuscritos en latín traducidos del griego. Según Jason David BeDuhn, profesor de estudios religiosos en la Universidad del Norte de Arizona y autor de Truth in Translation, al comité a menudo se le dificultó hallar las palabras correctas en inglés. El comité a veces comparó las traducciones latinas con copias griegas anteriores, halló discrepancias y decidió que la versión latina —la versión posterior— era correcta y los manuscritos griegos anteriores estaban equivocados.

La meta de los traductores era crear una Biblia que fuera una obra espléndida que fuera muy acertada en su traducción y clara en su significado, pero eso no sucedió. “La Biblia del Rey Jacobo es una muestra hermosa de literatura inglesa”, dice BeDuhn. “Sin embargo, en términos de las otras dos metas, esta traducción se queda corta”.

Para las subsiguientes biblias en inglés, las traducciones un poco erradas en la del Rey Jacobo a menudo fueron convertidas en frases que se ajustaban más estrechamente a las ideas preconcebidas de todavía más traductores. En otras palabras, las convicciones religiosas determinaron las elecciones de traducción. Por ejemplo,προσκυνέω, una palabra griega usada alrededor de 60 veces en el Nuevo Testamento, equivale a algo semejante a “postrarse” así como “alabar a Dios”. Ésta fue traducida en latín como adoro, que en la Biblia del Rey Jacobo se convirtió en worship (adoración). Pero estas dos palabras no significan precisamente lo mismo. Cuando se escribió la Biblia del Rey Jacobo, worship podía usarse para describir tanto la veneración a Dios como la acción de postrarse. Aunque no es perfecta, es una traducción decente.

Como resultado, a lo largo de la Biblia del Rey Jacobo, se aplica “worship” a diferentes cosas. Un esclavo “worships” ante su dueño, las huestes de Satán “worship” un ángel, y los soldados romanos que se mofan de Jesús lo “worship”. En cada uno de estos casos, la palabra no significa “alabar la gloria de Dios” o algo por el estilo; más bien, significa inclinarse o postrarse. Pero las biblias en inglés adoptadas después —la Nueva Biblia Internacional, Nueva Versión Estándar Americana de la Biblia, la Biblia Viviente y demás— eliminaron la palabra “worship” cuando se refería a alguien que no fuese Dios o Jesús. Así, cada vez queπροσκυνέω aparecía en el manuscrito griego con respecto a Jesús, en estas nuevas versiones es “adorado”, pero cuando se aplica a alguien más, la misma palabra exacta es traducida como “inclinarse” o algo similar. Al traducir la misma palabra de maneras diferentes, estas biblias modernas le añaden un poco de sustento lingüístico a la idea de que quienes conocieron a Jesús entendieron que era Dios.

En otras palabras, con un poco de prestidigitación en la traducción, un dogma fundamental de la cristiandad —que Jesús es Dios— fue reforzado en la Biblia, incluso en lugares donde contradice al resto del versículo.

Ese tipo de manipulación ocurre muchas veces. En Filipenses, la Versión del Rey Jacobo traduce algunas palabras para indicar que Jesús “era en la forma de Dios”. La palabra griega para forma podría significar simplemente que Jesús era a la imagen de Dios. Pero los editores de algunas biblias decidieron insertar sus creencias en las traducciones que no tenían nada que ver con el griego. Por ejemplo, la Biblia Viviente dice que Jesús “era Dios”, aun cuando los traductores modernos en gran medida sólo inventaron las palabras.

Lo cual crea un gran problema para los cristianos: la Trinidad —la creencia de que Jesús y Dios son el mismo y, con el Espíritu Santo, un solo ente— es un dogma fundamental, pero tremendamente confuso. Entonces, ¿dónde aparece la declaración clara de que Dios y Jesús son parte de un triunvirato en los manuscritos griegos?

En ninguna parte. Y en ese engaño se apoya una historia de asesinatos masivos.

El emperador sociópata

¿Por qué Dios, al dar su mensaje al mundo, habló en susurros y acertijos? Parece un sinsentido, pero la creencia de que se negó a dar un mensaje claro ha llevado a la masacre de muchos miles de cristianos a manos de cristianos. De hecho, se cree que los cristianos han masacrado a más seguidores de Jesús que cualquier otro grupo o nación.

Quienes creían en la Trinidad asesinaron a los cristianos que no creían en ella. Los grupos que creían que Jesús era dos entes —dios y hombre— mataron a quienes pensaban que Jesús era llanamente de carne y hueso. Algunos tenían la certeza de que Dios inspiró las Escrituras del Antiguo Testamento, otros estaban convencidos de que fueron el producto de un dios diferente y malo. Algunos creían que la crucifixión trajo la salvación para la humanidad, otros insisten en que no lo hizo, y otros más creían que Jesús no fue crucificado.

De hecho, por cientos de años después de la muerte de Jesús, ciertos grupos adoptaron escritos radicalmente opuestos sobre los detalles de la vida de él y el significado de su ministerio, y asesinaron a quienes no estaban de acuerdo. Por muchos siglos, la cristiandad fue primero una batalla de libros y luego una batalla de sangre. La razón, en gran medida, fue que no había manuscritos universalmente aceptados que precisaran lo que significa ser cristiano, por lo que la mayoría de las sectas tenían sus propios evangelios.

Había el Evangelio de María Magdalena, el Evangelio de Simón Pedro, el Evangelio de Felipe y el Evangelio de Barrabás. Una secta de la cristiandad —los gnósticos— creía que el apóstol Tomás no sólo era el hermano mellizo de Jesús sino también el fundador de iglesias a lo largo y ancho de Asia. La cristiandad era un caos en sus primeros días, con algunas sectas declarando a otras como herejes. Y luego, a principios del siglo IV, el Emperador Constantino de Roma declaró que se había convertido en seguidor de Jesús, terminando con la persecución de su imperio a los cristianos y se propuso reconciliar las disputas entre las sectas. Constantino era un sociópata brutal que asesinó a su hijo mayor, decapitó a su cuñado y mató a su esposa hirviéndola en vida, y eso fue después de proclamar que se había convertido de adorar al dios solar en un cristiano. Pero él también cambió el curso de la historia cristiana, influyendo básicamente en qué libros conformarían el Nuevo Testamento.

Para ese punto, las disputas primordiales se centraban en si Jesús era Dios; los seguidores de un sacerdote llamado Arius decían que no, que Dios creó a Jesús. Pero el obispo de Alejandría dijo que sí, que Jesús había existido a lo largo de toda la eternidad. La disputa continuó en las calles de Constantinopla, con todos —tenderos, panaderos y comerciantes— discutiendo sobre cuál postura era la correcta. A Constantino, en un reflejo de su entendimiento superficial de la teología, le molestaba que lo que él consideraba una disputa menor provocase tanto revuelo, y temía que ello lo debilitase políticamente. Por lo cual decidió forzar un acuerdo sobre esa cuestión.

Constantino convocó a una reunión en Nicea, ciudad a la orilla del lago Ascanión. Se enviaron invitaciones por todo el mundo a los obispos y líderes de varias sectas, aunque no a todos. El grupo incluía a los educados y los iletrados, zelotes y ermitaños. Constantino llegó usando joyas y oro en su túnica escarlata y perlas en su corona, ansioso por discutir la verdadera esencia de un carpintero pobre que había muerto 300 años antes.

Las cosas que se aceptan hoy día sin pensarlas mucho fueron adoptadas o reforzadas en Nicea. Por ejemplo, el Antiguo Testamento era claro al declarar que Dios descansó el séptimo día, haciendo de éste el Sabbat. El séptimo día de la semana es sábado, el día de adoración y descanso de los judíos. (El mismísimo Jesús aplicaba la santidad del Sabbat judío.) La palabra domingo no aparece en la Biblia, ya sea para referirse al Sabbat o a cualquier otra cosa. Pero cuatro años después de Nicea, Constantino declaró al domingo como un día de descanso en honor al dios solar.

En Nicea, se adoptaron normas en relación con las posturas apropiadas para rezar los domingos: pararse, no arrodillarse; nada se decía del Sabbat judío o el sábado. Muchos teólogos e historiadores cristianos creen que fue en este momento, para satisfacer a Constantino y el compromiso de éste con los muchos adoradores del sol en su imperio, que el Sabbat Sagrado fue movido un día, contradiciendo las palabras de lo que finalmente se convirtió en la Biblia. Y aun cuando la Biblia no hace mención alguna del día en que nació Jesús, el nacimiento del dios solar se celebraba el 25 de diciembre en Roma; historiadores cristianos del siglo XII escribieron que fue la festividad pagana lo que llevó a designar esa fecha para la Navidad.

La mayoría del tiempo en Nicea se pasó debatiendo si Jesús era un hombre que fue el hijo de Dios, como afirmaba Arius, o Dios en sí, como lo sostenía la jerarquía eclesiástica. Los seguidores de Arius reunieron evidencias de las epístolas de Pablo y otros escritos cristianos. En el Evangelio de Marcos, al hablar de la Segunda Venida, Jesús dijo: “Pero el día y la hora no son conocidos por ningún hombre, no, ni por los ángeles que están en el cielo, tampoco por el Hijo, sólo por el Padre”. En la primera epístola de Pablo a los corintios, él escribió que “hay un solo Dios, el Padre… y hay un solo Señor, Jesucristo”. En su epístola a Timoteo, Pablo escribió: “Hay un solo Dios, y un mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesucristo”.

Los escritos de Pablo son congruentes en su referencia de Dios como un solo ser y Jesús como su hijo. Lo mismo sucede en el Evangelio de Mateo, donde Pedro dice a Jesús que él es el “Hijo del Dios viviente” y Jesús responde que “esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el cielo”. Jesús incluso llamó a Dios como su “Padre” cuando moría en la cruz.

Pero Constantino tomó el bando de quienes creían que Jesús era Dios y hombre, por lo que una declaración de creencia, el Credo de Nicea, fue compuesto para proclamar eso. Muchos de quienes se negaron a firmar la declaración fueron desterrados. Otros fueron masacrados. Después de regresar a casa y hallarse lejos de Roma, algunos de quienes firmaron el documento luego enviaron epístolas a Constantino diciendo que lo habían hecho sólo porque temían por sus vidas.

Alrededor de 50 años después, en 381 d.C., los romanos celebraron otra reunión, esta vez en Constantinopla. Allí, se llegó a un nuevo acuerdo: Jesús no era dos, ahora era tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Credo de Nicea fue reescrito, y quienes se negaron a firmar la declaración fueron desterrados, y comenzó otra masacre indiscriminada, esta vez de quienes rechazaban la Trinidad, un concepto que no aparece en ninguna parte en los manuscritos griegos originales y a menudo es contradicho por ellos.

Al día de hoy, los congregantes en las iglesias cristianas en los servicios dominicales alrededor del mundo recitan el Credo de Nicea, el cual sirve como una afirmación de su creencia en la Trinidad. Es dudoso que muchos de ellos sepan que las palabras que pronuncian no provienen de la Biblia, y fueron la causa de tanto derramamiento de sangre. (Algunos cristianos modernos tratan de usar el Evangelio de Juan para justificar la Trinidad —aun cuando no la menciona explícitamente—, pero se basan en malas traducciones del griego y en oraciones insertadas por los escribas.)

Para entender cómo se hizo lo que llamamos la Biblia, debemos ver cómo las creencias que se convirtieron en parte de la ortodoxia cristiana le fueron impuestas por el Sacro Imperio Romano. Para el siglo V, los concilios políticos y teológicos votaron por cuáles de los muchos evangelios en circulación habrían de conformar el Nuevo Testamento. Con el poder de Roma detrás de ellos, los practicantes de esta ortodoxia proclamada arrasaron con otras sectas y trataron de destruir toda copia de sus evangelios y otros escritos.

Y recuerde que ya trabajaban con un documento defectuoso en lo fundamental. Los errores y las revisiones de los copistas ya habían sido escritos para el siglo V, y varios libros del Nuevo Testamento, incluidos algunos atribuidos a Pablo, ahora son considerados falsificaciones perpetradas por figuras famosas de la cristiandad para reafirmar sus argumentos teológicos. Así, de poco sorprende que haya tantísimas contradicciones en el Nuevo Testamento. Algunas de esas contradicciones son triviales, pero algunas crean problemas enormes para los evangelistas que viven según la palabra de Dios.

¿No hubo tres reyes?

Para ilustrar cómo las contradicciones en apariencia triviales pueden tener consecuencias serias, contemos de nuevo la historia de la Navidad.

Jesús nació en una casa en Belén. Su padre, José, había planeado divorciarse de María hasta que soñó que ella había concebido un niño a través del Espíritu Santo. Ningún sabio se presentó al nacimiento, y ninguna estrella brilló sobre sus cabezas. José y su familia luego huyeron a Egipto, donde permanecieron por años. Luego, regresaron a Israel, con la esperanza de vivir en Judea, pero eso resultó problemático, por lo que se asentaron en un pequeño pueblo llamado Nazaret.

¿No es la versión con la que está familiarizado? ¿Ningún ángel apareciéndose ante María? ¿No nació en un pesebre? ¿Nadie diciendo que no había lugar en la posada? ¿Nada de oro, incienso y mirra? ¿Huir a Egipto? ¿Viviendo por primera vez en Nazaret cuando Jesús era un niño, no antes de que naciera?

Usted tal vez no reconozca esta versión, pero es una historia del nacimiento de Jesús hallada en los evangelios. Dos evangelios —Mateo y Lucas— cuentan la historia del nacimiento de Jesús, pero de maneras muy diferentes. Las contradicciones abundan. Para crear el relato que nos es familiar de la Navidad, los cristianos tomaron un poco de una historia, lo mezclaron con un poco de la otra e ignoraron todas las contradicciones entre las dos. La versión relatada líneas arriba hace lo mismo: usa partes de las historias de los dos evangelios que usualmente son ignoradas. Así, hay dos versiones combinadas y dos versiones de los evangelios. Usted elija.

También hay aquí fallas serias y lógicas que deberían serle obvias a cualquiera que lea con detenimiento la Biblia. Muchos cristianos leen que el Antiguo Testamento contiene varias profecías con respecto a que el mesías será un descendiente de David, una destacada figura bíblica que fue el segundo gobernante del Reino de Israel. Y tanto Mateo como Lucas ofrecen esa prueba: los dos trazan el linaje de Jesús desde su padre José hasta llegar a David.

Excepto que… José no fue el padre de Jesús. Jesús es el hijo de Dios, ¿recuerda? Aún más, las genealogías relatadas en los dos evangelios son diferentes, cada una identificando a hombres diferentes como el padre y el abuelo de José. María, la madre de Jesús, podría ser el único progenitor de la estirpe de David, pero ninguno de los evangelios hace mención de ello.

Las historias en los cuatro evangelios sobre la muerte y resurrección de Jesús también difieren. Cuando es llevado ante Poncio Pilatos en el Evangelio de Marcos, Jesús dice sólo dos palabras y nunca es declarado inocente. En el Evangelio de Juan, Jesús sostiene conversaciones prolongadas con Pilatos, quien en repetidas ocasiones declara inocente al prisionero judío, mereciendo ser liberado. (El Libro de Juan fue el último que se escribió y apareció en una época en que los gentiles de Roma cobraban notablemente más influencia dentro de la cristiandad; ello explica en gran medida por qué los romanos son absueltos de la responsabilidad por la muerte de Jesús y en su lugar la culpa es desviada hacia los judíos. Ésta ha sido una de las bases claves para los siglos de antisemitismo.)

¿Y quién fue a ungir a Jesús en su tumba? En Mateo, fueron María y otra mujer llamada María, y un ángel se encontró con ellas allí. En Marcos, fue María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé, y un hombre joven se encuentra con ellas. En Juan, fue María sola; nadie se encontró con ella. Como se narra en Mateo, los apóstoles van a Galilea después de la crucifixión y ven a Jesús ascender al cielo; en Hechos, escrito por Lucas, los apóstoles permanecen en Jerusalén y ven a Jesús ascender desde allí.

Algunas de las contradicciones son conflictos entre lo que los evangelistas consideran absoluto y lo que Jesús en realidad dijo. Por ejemplo, los evangelistas siempre hablan de los valores familiares. Pero para Jesús la familia era un impedimento para acercarse a Dios. En el Evangelio de Mateo, él declara: “Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.

Luego hay lo que muchos cristianos fundamentalistas sostienen como el elemento más importante de toda la Biblia: la Segunda Venida de Cristo y el fin del mundo. Lo que los evangelistas modernos quieren creer no puede ser reconciliado con la Biblia. En el Evangelio de Marcos, Jesús dice del Apocalipsis: “No pasará esta generación hasta que todo esto suceda”; en otras palabras, la gente viva en su época verá el fin del mundo. Pablo en 1 Corintios es todavía más claro; él declara: “El tiempo es breve”. Él luego instruye a otros cristianos, dado que el final está próximo, a vivir como si no tuvieran esposas, y, si compran cosas, a tratarlas como si no fueran de su propiedad. Algunos evangelistas refutan estas palabras claras al citar 2 Pedro diciendo que, para Dios, un día es como 1,000 años.

Dos problemas: eso no alcanza a refutar lo que dijeron Jesús o Pablo. E incluso en tiempos antiguos, muchos líderes cristianos proclamaron que 2 Pedro era una falsificación, una opinión compartida casi universalmente por los eruditos bíblicos de hoy día.

Nada de esto trata de menospreciar la Biblia, pero todos son hechos. Los cristianos enfurecidos por estos hechos deberían enfurecerse con la Biblia, no con el mensajero.


Dios combatiendo contra dragones

La próxima vez que alguien le diga que la historia bíblica de la creación es cierta, pregúntele a esa persona: “¿Cuál de ellas?”

Pocos fieles cristianos parecen saber que la Biblia contiene múltiples historias de la creación. La primera aparece en la página 1, Génesis 1, por lo cual es la versión que la mayoría de la gente tiende a aceptar. Sin embargo, no es difícil hallar la segunda versión: es Génesis 2, el cual por lo general empieza en la misma página. Génesis 1 empieza con las palabras “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”; Génesis 2 empieza con “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados…”

Los lectores cuidadosos desde hace mucho saben que las dos historias se contradicen entre sí. Génesis 1 empieza con extensiones de agua que Dios separa, creando la tierra entre ellas. Génesis 2 describe un mundo sin agua suficiente, la cual luego es introducida. La vegetación existe antes que el sol y las estrellas en Génesis 1; lo opuesto sucede en Génesis 2. En Génesis 1, el hombre es creado después que las plantas y los animales; en Génesis 2, las plantas y los animales son primero. En Génesis 1, Adán y Eva fueron creados juntos; en Génesis 2, Eva es creada de la costilla de Adán.

Esto no es algo inusual en el Antiguo Testamento. De hecho, aun cuando muchos cristianos evangelistas insisten en que Moisés escribió los cinco primeros libros del Antiguo Testamento (incluido el Deuteronomio, el cual dice que Moisés murió y fue enterrado), los eruditos bíblicos han concluido que dos sectas judías escribieron muchos de los libros. Cada una preparó su versión del Antiguo Testamento, y las dos fueron unidas sin que se hiciera un intento de reconciliar las muchas contradicciones.

Estas duplicaciones son conocidas como “dobletes”. Dice Richard Elliott Friedman, un erudito bíblico de la Universidad de Georgia: “En la mayoría de los casos, una de las versiones de la historia con doblete se referirá a la deidad con el nombre divino Yahvé, y la otra versión de la historia se referirá a la deidad simplemente como Dios”. Cuando las narraciones diferentes que aparecen en la Biblia fueron divididas por la palabra usada para referirse a Dios, otros términos y características aparecieron repetidas veces en uno u otro grupo. “Esto tendió a sustentar la hipótesis de que alguien había tomado dos antiguas fuentes documentales diferentes, les metió tijera y las entretejió juntas” en los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, dice Friedman.

Los dobletes hacen que leer el Antiguo Testamento sea el equivalente literario de un salón de espejos. Tomemos la historia del Génesis sobre Noé y el diluvio. En Génesis 6, Dios dice a Noé que construya un arca y la llene de animales, y “Noé hizo todo tal como Dios se lo ordenó”. Luego, en Génesis 7, Dios de nuevo le dice a Noé que llene el arca de animales, y “Noé hizo todo lo que Dios le ordenó”. Según la primera serie de instrucciones, Noé deberá llevar dos ejemplares de cada especie de creatura al arca. Pero las direcciones cambiaron la segunda vez, pues a Noé se le dice que lleve siete ejemplares de cada especie de animal puro y dos de cada especie de animal impuro.

Se pone más extraño. En génesis 7:7-12, Noé y su familia abordan el arca, y el diluvio comienza. Luego, en el siguiente versículo, Génesis 7:13, Noé y su familia abordan el arca de nuevo, y el diluvio comienza una segunda vez. El agua inundó la tierra por 40 días (Génesis 7:17), o 150 días (Génesis 7:24). Pero Noé y su familia permanecieron en el arca un año (Génesis 8:13).

Incluso historias muy conocidas tienen versiones contradictorias. Como todo niño sabe, David mató a Goliat; está justo allí en 1 Samuel 17:50. Pero no les diga a esos niños que lean 2 Samuel 21:19 a menos que quiera en verdad confundirlos. Allí dice —en muchas versiones de la Biblia— que Elhanán mató a Goliat. No obstante, otras biblias arreglaron eso para que coincida con las palabras de 1 Crónicas, donde Elhanán mató al hermano de Goliat.

Estos relatos contradictorios son temas importantes únicamente porque los evangélicos insisten en que el Antiguo Testamento es un medio eficaz para desacreditar a la ciencia. Pero como lo demuestran estos ejemplos, la Biblia no puede dejar de desacreditarse a sí misma.

De hecho, la Biblia tiene tres modelos de creación, y algunos expertos sostienen que hay cuatro. Además de los dos que aparecen en el Génesis, se hace referencia a uno más en los libros de Isaías, los Salmos y Job. En esta versión, el mundo es creado después de una gran lucha entre Dios y lo que, de acuerdo con los teólogos, es un dragón en las aguas llamado Rahab. Y Rahab no es la única criatura mítica que coexistía con Dios o que fue creada por él. Dios juega con un monstruo marino llamado Leviatán. Hay unicornios en la Biblia del Rey Jacobo (aunque esta no es la traducción correcta del nombre en hebreo de la criatura mítica). Hay feroces serpientes, víboras voladoras y basiliscos, que son dragones de dos patas y cabeza de gallo (posteriormente, esa palabra fue cambiada por "víbora" en algunas Biblias en inglés). Y en el Éxodo, los magos que trabajan para el Faraón de Egipto pueden transformar sus bastones en serpientes y el agua en sangre. En el Génesis, los "hijos de Dios" se casan con las "hijas de los hombres" y tienen hijos; los "hijos de Dios" son ángeles, como queda claro en los libros de Job y los Salmos.

Los evangélicos mencionan al Génesis para poner en tela de juicio la ciencia que se enseña en las aulas, pero no les gusta hablar de los libros del Antiguo Testamento donde aparecen monstruos y magia.

Sarah Palin está pecando ahora mismo

La declaración en la Primera Epístola a Timoteo, según se relata en las versiones de la Biblia en idioma inglés, como Living Bible, New American Standard Bible, New International Version Bible y otras, no podría ser más clara: aquellos que "practican la homosexualidad" no heredarán el reino de Dios. Pero la traducción es extraña, en parte porque el término “homosexual” ni siquiera existió sino hasta más de 1,800 años después de la fecha en que se supone que se escribió esa Epístola. Entonces, ¿cómo llegó al Nuevo Testamento? Sencillo: los editores de estas Biblias modernas simplemente lo inventaron. Al igual que muchos traductores y autores antes que ellos, tenían una convicción religiosa, algo que querían decir que no estuviera establecido en el texto original con la suficiente claridad para su gusto. Por ello, manipularon frases para reforzar sus convicciones.

El versículo bíblico original en koiné se utiliza la palabra ρσενοκοῖται, que ha sido traducida como "homosexual." En la Biblia en latín, el término usado fue masculorum concubitores. En la versión del rey Jacobo, dicho término se tradujo como "aquellos que se profanan con varones." Quizás eso representa a los varones que tienen relaciones sexuales con otros varones, o quizás no.

Lo siguiente que hay que verificar es si la Primera Epístola a Timoteo se basó en una falsificación. Y la respuesta es un sí rotundo. En 1807, un erudito alemán llamado Friedrich Schleiermacher publicó una Epístola en la que señalaba que en la Primera Epístola a Timoteo se utilizaban argumentos que entraban en conflicto con otras de las Epístolas escritas por Pablo. Además, en la Primera Epístola a Timoteo se atacan las falsas doctrinas, pero no se trata de las falsas doctrinas que prevalecían en la época en que Pablo escribió sus Epístolas; en lugar de ello, se asemejan más a las creencias de los Gnósticos, una secta que no existió sino hasta mucho tiempo después de la muerte de Pablo. Y en ocasiones, quienquiera que haya escrito esta Epístola utiliza las mismas palabras que Pablo, pero con significados completamente distintos. La mayoría de los estudiosos bíblicos están de acuerdo en que Pablo no escribió la Primera Epístola a Timoteo.

Sin embargo, supongamos por un momento que la Primera Epístola a Timoteo fue escrita por Pablo, y que "profanarse" hace referencia a la homosexualidad. En tal caso, los cristianos evangélicos y los literalistas bíblicos todavía tienen un gran problema en sus manos. Contrario a las creencias de muchos fundamentalistas, aparte del énfasis en los 10 Mandamientos, los pecados no están clasificados. En el Nuevo Testamento no se afirma que la homosexualidad es el más atroz de todos los pecados. No, cada pecado es igual en cuanto a su importancia para Dios. En la Primera Epístola a Timoteo, Pablo, o quien quiera que la haya escrito, condena a los desobedientes, a los mentirosos y a los borrachos. En otras palabras, para los evangélicos que quieran usar este libro de la Biblia para condenar la homosexualidad, la mayoría de los miembros de las fraternidades universitarias de Estados Unidos están cometiendo pecados tan graves como ser gay. Pero pocas veces se entera uno de padres que echan de la casa a sus hijos por beber hasta la inconsciencia los sábados por la noche.

Hablemos ahora sobre cómo en la Primera Epístola a Timoteo se aborda el tema de las mujeres. Michele Bachmann, diputada republicana por Minnesota, calificó a las personas gays como bravucones en marzo pasado por oponerse a la legislación que habría permitido que las empresas de Arizona discriminen a las parejas del mismo sexo. Bueno, de acuerdo con la Biblia, Bachmann debería callarse y sentarse. De hecho, todas las mujeres políticas que insisten en que el Nuevo Testamento es la palabra infalible de Dios tendrían que renunciar inmediatamente o admitir que son unas hipócritas.

Esto se debe a que la Primera Epístola a Timoteo es uno de los libros más virulentamente antifemeninos de todo el Nuevo Testamento, lo que también la distingue de otras Epístolas escritas por Pablo. En la versión de Rey Jacobo, se dice que las mujeres deben vestirse recatadamente, que no pueden adornar su pelo, llevar perlas u oro y que deben mantenerse en silencio. Además, no pueden ocupar ningún puesto de autoridad por encima de los varones y ni siquiera se les permite ser maestras, lo que significa que si realmente creyeran que la Biblia es la palabra infalible de Dios, mujeres como Bachmann no podrían estar en la política. De hecho, en la Primera Epístola a Timoteo sólo existe una cláusula parentética que puede ser interpretada como un comentario sobre la homosexualidad, mientras que contiene seis versículos acerca de los defectos de las mujeres y las limitaciones sobre lo que tienen permitido hacer.

Muchos cristianos señalan otras partes del Nuevo Testamento cuando denuncian la homosexualidad. La Epístola a los Romanos, también atribuida a Pablo, es una elección popular. En la Biblia del Rey Jacobo, se condena a los varones que ardieron en deseos los unos por los otros, una traducción que se sostiene bastante bien si se compara con las primeras versiones griegas. Y los eruditos están de acuerdo en que la Epístola a los Romanos realmente fue escrita por Pablo.

En otras palabras, la Epístola a los Romanos es realmente la palabra de Dios, y lo que tiene que decir no puede ser cuestionado por quienes se autodenominan literalistas bíblicos. Lo cual querer decir que el televangelista Pat Robertson debería prepararse para pasar la eternidad en el infierno. Recientemente, en su programa de televisión The 700 Club, Robertson lanzó invectivas contra Barack Obama y, como de costumbre, rezó en busca de auxilio. "¡Dios mío!, ¡necesitamos a los ángeles! ¡Necesitamos tu ayuda!", dijo Robertson. "Necesitamos hacer algo, rezar para ser liberados de este presidente."

Y al hacerlo, Pat Robertson pecó. Porque en la Epístola a los Romanos, que se usa tan a menudo para condenar a la homosexualidad, hay una serie mucho más larga de versículos sobre cómo se supone que deben actuar los justos hacia las personas con autoridad gubernamental. Esto aparece en Romanos13: 1-2, que, de acuerdo con la International Standard Bible dice, "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos."

En efecto, en la Epístola a los Romanos hay un versículo sobre la homosexualidad… y hay ocho versículos que condenan a aquellos que critican al gobierno. En otras palabras, todos los cristianos fundamentalistas que condenan a Obama han pecado tanto como creen que lo han hecho las personas gays.

Y esto no termina allí. En la misma sección de la Epístola a los Romanos que supuestamente aborda la homosexualidad, Pablo también condena la contienda (entonces, ¿todo el Congreso está condenado?), el orgullo, la desobediencia a los padres y el engaño a las personas (sí, todo el Congreso está condenado.) No hay negrillas ni subrayado en la sección donde se aborda la homosexualidad; Pablo la considera como algo tan pecaminoso como el orgullo o la contienda.

La historia se repite en el último versículo del Nuevo Testamento mencionado por los fundamentalistas que desprecian a los homosexuales. De nueva cuenta, se trata de una Epístola escrita por Pablo a los Corintios. La traducción es buena, y los expertos creen que fue escrita por él. Pero es mejor que los fundamentalistas que confían en ella, se mantengan lejos de los tribunales: Pablo condena interponer demandas judiciales, al menos contra otros cristianos. El adulterio, la avaricia, la mentira; todos estos son pecados cuya gravedad es equivalente a la de la homosexualidad.

Por supuesto, hay muchísimos cristianos fundamentalistas que no tienen ni idea de dónde están las referencias a la homosexualidad en el Nuevo Testamento, y mucho menos qué es lo que dicen los versículos circundantes. Y por ello, siempre recurren al Levítico, el libro del Antiguo Testamento repleto de cosas que se deben hacer y que se deben evitar. Parecen haber memorizado las palabras que indican que es una abominación que un hombre se acueste con otro hombre como lo hace con una mujer. Y cada vez que presentan ese argumento, demuestran que no conocen casi nada acerca del Nuevo Testamento.

Un conflicto fundamental en el Nuevo Testamento, posiblemente el más importante de toda la Biblia, se centra en si las Leyes de Moisés fueron reemplazadas por la crucifixión de Cristo. La tensión básica era que Pablo dirigía una iglesia en Antioquía donde intentó atraer a los no judíos al cristianismo al difundir una interpretación liberal de los requisitos para seguir las Leyes de Moisés: la circuncisión, comer comida “kosher” y otras reglas descritas en el Antiguo Testamento. A cientos de millas de distancia, los discípulos de Jesús y de su hermano Santiago encabezaban una iglesia en Jerusalén. Cuando se enteraron de lo que ocurría en Antioquía, se produjo un debate: ¿los no judíos tenían que hacerse judíos primero (como Jesús) y seguir la ley mosaica antes de que pudieran ser aceptados como cristianos?

Algunos de los discípulos originales dijeron que sí, una opinión que parece encontrar apoyo en las palabras atribuidas a Jesús en el Evangelio de Mateo: "No crean que vine a abolir la ley o a los profetas…" El autor del Evangelio de Mateo dejó claro que los cristianos debían seguir la ley mosaica al igual que los Judíos más religiosos para lograr la salvación. Pero Pablo, particularmente en las Epístolas a los Gálatas y a los Romanos, dice que una persona logra la salvación mediante su fe en la muerte y resurrección de Cristo, nada más. Pablo pensaba que aquellos que trataban de seguir la ley mosaica se arriesgaban a perder la salvación.

En otras palabras, los judíos ortodoxos que siguen la ley mosaica pueden usar el libro del Levítico para condenar la homosexualidad sin ser hipócritas. Pero los cristianos fundamentalistas deben elegir: pueden seguir la ley mosaica consumiendo comida “kosher”, siendo circuncidados, nunca vestir ropa hecha de dos tipos de hilo y reglas semejantes. O pueden aceptar que encontrar la salvación en la resurrección de Cristo significa que el Levítico está fuera de la mesa.

Lo anterior plantea un problema final para los fundamentalistas ansiosos por condenar a los homosexuales o a quien quieran: si aceptan los escritos de Pablo y creen que todas personas son pecadoras, entonces la salvación se encuentra en la creencia en Cristo y en la resurrección. Para todos. No hay ninguna excepción en la Biblia para los pecados que realmente desagradan a los evangélicos.

Así que, aparentemente, Dios no necesita la ayuda de los fundamentalistas para determinar lo que debe hacerse en la otra vida con los orgullosos, los avaros, quienes participan en contiendas o incluso los homosexuales. Esa podría ser la razón por la que Jesús advirtió a sus seguidores que no juzgaran a otros mientras pasaban por alto sus propios pecados. De hecho, él tenía una palabra específica para designar las personas obsesionadas con los pecados de otros. Los llamó hipócritas.

No tienen una oración

En agosto de 2011, Rick Perry, gobernador de Texas, fue anfitrión de un rally de oración en masa en Houston en el que en ese entonces era conocido como Estadio Reliant, donde juega el equipo profesional de fútbol americano de la ciudad. Reunido con 30,000 cristianos, Perry caminó hacia un podio, y su rostro fue proyectado en una pantalla gigante detrás de él. Cerró los ojos, inclinó la cabeza y pronunció una larga oración en la que pedía a Dios que hiciera de Estados Unidos un mejor lugar. Los demás fieles se pusieron de pie, se arrodillaron, lloraron y gritaron, "amén."

Recientemente, Bobby Jindal, el gobernador de Luisiana, anunció que sería anfitrión de su rally masivo de oración en Baton Rouge. Más de 100,000 pastores evangélicos han sido invitados.

Jesús se habría horrorizado. Por lo menos, eso es lo que la Biblia dice. Es una de las contradicciones más incomprensibles entre la conducta de los evangélicos y las palabras explícitas de la Biblia. Los espectáculos de oración (y realmente no hay ninguna otra palabra para describirlos) se llevan a cabo todas las semanas. Si no se realizan en espacios deportivos con aspirantes a la presidencia del Partido Republicano, aparecen en programas de televisión del domingo por la mañana en mega-iglesias que pueden alojar a decenas de miles de los seguidores más fieles. Levantan los brazos y se balancean, llorando y suplicando en oración.

Pero Jesús predicó específicamente en contra de esto en el Sermón de la Montaña, el elemento de enseñanza más largo presentado por él en el Nuevo Testamento. Específicamente, como se narra en el Evangelio de Mateo, Jesús habló acerca de aquellos que hacían enormes demostraciones públicas de su propia religiosidad. De hecho, los eventos de oración recuerdan estrechamente las representaciones que se hacen en los primeros textos cristianos acerca de los servicios de oración realizados por los fariseos y los saduceos, dos de los movimientos religiosos más grandes en Judea durante la vida de Jesús. Y en todos los evangelios, Jesús condena vehementemente a estos grupos, centrando parte de su cólera en sus demostraciones públicas de oración.

Aunque las palabras de la Biblia del Rey Jacobo podrían ser un tanto confusas porque dicha versión no está escrita en inglés moderno, la New Revised Standard Version es un buen sustituto. En ella, se afirma que Jesús dijo, "cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa."

Pero Jesús dice mucho más, advirtiendo específicamente acerca de esa clase de oración de exhibición pública que se ha convertido en toda una locura entre los evangélicos de nuestros tiempos. El versículo en Mateo continúa citando a Jesús, que dice, "Cuando oren, no lo hagan como los hipócritas, porque les encanta ponerse de pie y rezar en las sinagogas y en las esquinas para que puedan ser vistos por otros. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa."

En lugar de ello, Jesús dice que las personas verdaderamente rectas deben orar a solas y en secreto, en una habitación con la puerta cerrada. "Tu Padre que ve en secreto, te recompensará”, señala Jesús, de acuerdo con el Evangelio.

De hecho, en las docenas de discusiones en la Biblia sobre la oración, la gran mayoría se enfocan la capacidad de Dios para saber lo que desea una persona. En el Nuevo Testamento, esto se presenta a menudo como un asunto profundamente personal, con las oraciones pronunciadas en celdas a un Dios que permanece al lado del oprimido.

Además, parlotear como lo ha hecho Rick Perry y muchos más como él acerca de la fe y el país y las bendiciones a Estados Unidos se contrapone a todo lo que Jesús dice acerca de la oración en la Biblia. "Cuando oren, no usen frases vacías como los gentiles, porque piensan que serán escuchados por su palabrería”, dice Jesús en el Evangelio de Mateo. "No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que ustedes lo pidan."

Dado que Dios sabe qué necesita cada uno sin que se lo pida, no hay ninguna razón para recitar largas e intrincadas oraciones. Por lo tanto, dice Jesús en los Evangelios de Mateo y Lucas, las personas que deseen orar sólo deben decir la Oración del Señor. Por supuesto, está el problema de que la Oración del Señor mencionada en esos dos evangelios viene en dos versiones, por lo que los cristianos deben elegir una u otra.

Parece casi un milagro que aquellos que transforman sin esfuerzo en "homosexual" la expresión de Pablo de "aquellos que se profanan con varones" puedan hacer caso omiso de las palabras claras y simples de Jesús en el Evangelio de Mateo. Lo que resulta más asombroso es que, a diferencia de tantas cuestiones sobre la Biblia, las instrucciones acerca de cómo y dónde se debe rezar no sólo no se contradigan, sino que sean reforzadas una y otra vez.

Lo más cerca que estuvo Jesús de una oración pública en la Biblia fue cuando alimentó a miles de personas con cinco panes y dos pescados. Esta historia es narrada en todos los Evangelios, y en todos los casos, se dice que Jesús dio gracias a Dios o que miró al cielo y bendijo los alimentos. Pero también se le muestra orando en los cuatro Evangelios, y cada vez, Jesús lo hace después de retirarse para estar solo.

Algunos evangélicos han intentado explicar esta contradicción entre las palabras de la Biblia en el Evangelio de Mateo y las modernas sesiones públicas de oración diciendo que Jesús sólo condenaba la oración masiva cuando las personas que la hacían habían tomado esa decisión únicamente para ser vistas. Pero con las imágenes de gobernadores proyectadas en televisores gigantes de alta definición, con miles de personas apretujadas en estadios deportivos llorando y agitando las manos, con miles de personas más diciendo sus oraciones y trasmitiéndolas por televisión desde mega-iglesias, es difícil ver qué otra razón posible podría existir, aparte de ser vistos. Como lo señala claramente la Biblia, Dios no necesita que nadie acuda en auto a un estadio de fútbol americano para que Él pueda escucharle.

Lo anterior nos lleva a hacer una pregunta obvia: ¿por qué no hay más cristianos que se opongan a la oración en las escuelas? Si estas personas realmente creen que la Biblia es la palabra de Dios, entonces es necesario que enseñen a sus hijos la Oración del Señor, que los lleven a su habitación y que les permitan orar a solas.

Esa respuesta no se presta para grandes protestas ni para realizar airadas demandas de acusar a jueces. Pero sigue las instrucciones de los Evangelios. ¿Y no se supone que ese es precisamente el punto?

No juzgues

Entonces, ¿por qué estudiar la Biblia? Dado que está llena de contradicciones y errores de traducción, no fue escrita por testigos e incluye palabras añadidas por autores desconocidos para inyectar la ortodoxia de la iglesia, ¿simplemente debe ser abandonada?

No. Este examen no es un ataque contra la Biblia o el cristianismo. En lugar de ello, los cristianos que buscan una mayor comprensión de su religión deben verlo como un intento de salvar a la Biblia de la ignorancia, el odio y el prejuicio que se han acumulado sobre ella. Si los cristianos realmente desean considerar al Nuevo Testamento como la base de la religión, deben conocerla. Demasiados de ellos parecen leer las novelas de John Grisham con mayor cuidado que el que usan para leer el libro al que consideran el documento más importante del mundo.

Pero la historia, las complejidades y las verdaderas palabras de la Biblia no pueden ser pasadas por alto solamente para hacerlas coincidir con lo que las personas desean creer, basándose simplemente en lo que sus amigos, su familia y los ministros les dicen. En ninguna parte de los Evangelios, de los Hechos de los Apóstoles, de las Epístolas o del Apocalipsis se afirma que el Nuevo Testamento es la palabra infalible de Dios. Esto no hubiera sido posible, ya que quienes escribieron cada una de estas secciones no tenían ninguna idea de que estaban componiendo la Biblia cristiana, y estaban muertos desde hace mucho tiempo antes de que lo que escribieron fuera elegido por miembros de comités políticos y teológicos para formar parte de un Nuevo Testamento.

La Biblia es un libro muy humano. Fue escrito, montado, copiado y traducido por personas. Eso explica las fallas, contradicciones, y desacuerdos teológicos en sus páginas. Cuando hayamos comprendido esto, podremos descubrir qué partes de la Biblia no estaban en los primeros manuscritos griegos, cuáles son las traducciones deficientes, y qué es lo que dice un libro en comparación con otro, y luego tratar de discernir el mensaje por nosotros mismos, si es que hay un mensaje.

Y adoptar lo que los expertos bíblicos modernos saben que son las verdaderas secciones del Nuevo Testamento. Jesús dijo, no juzgues. Condenó a quienes señalaban los defectos de los demás mientras hacían caso omiso de los suyos propios. Y declaró, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ningún otro mandamiento es más grande que éste."

Ese es un buen lugar para comenzar.

viernes, 12 de diciembre de 2014

La adoración de la virgen de Guadalupe


El 12 de diciembre se celebra una de las creencias místicas más veneradas en Latinoamérica: la virgen de Guadalupe. Esta expresión mística tuvo su origen en México apenas tras la llegada de los españoles durante la época de la conquista y hoy está extendida por gran parte de Latinoamérica. La veneración de la virgen María en todas sus manifestaciones ha estado creciendo en el mundo católico latino en los últimos tiempos hasta convertirse casi en la más relevante, habiendo suplantado ya en algunos espacios al mismísmo Cristo o incluso a "dios padre". De hecho el tal "dios padre" hace tiempo fue reemplazado por los cristianos adjudicándole a Cristo la condición de divinidad, un mecanismo psicológico social que es muy común desde la antigüedad hasta nuestros días. Solo tenemos que ver la divinización de Hugo Chávez en Venezuela, la de Maradona en Argentina o Kim Il-Sung en Corea del Norte. La divinización de los personajes más influyentes de la comunidad es un mecanismo psicológico social humano, así como la tendencia hacia la adoración. El ser humano ha adorado prácticamente todo lo que hay sobre este planeta y encima de él.

Nos toca abordar hoy el fenómeno de la adoración de la virgen de Guadalupe. El mito se ha ido cubriendo de sofisticación a lo largo del tiempo, atribuyéndole a la imagen toda clase de propiedades mágicas, tal como ha ocurrido en otros casos similares. También es una actitud muy común. Se ha dicho, por ejemplo que sus pupilas reflejan la escena de la aparición, que la ciencia no descubre qué clase de tintes se usaron y otros incluso hablan de que fueron alienígenas contactando a los humanos. Por su parte, el Vaticano ha canonizado al indígena que supuestamente tuvo la visión. Una actitud racional nos tendría que llevar, en primer lugar, a eliminar toda clase de misticismo eliminando los rasgos mágicos y sobrenaturales del fenómeno, pues estos son solo producto de la imaginación humana. Luego de una investigación documentada sobre la virgen de Guadalupe lo que hemos hallado es lo que sigue.

La Conquista de México fue una empresa muy dura para los españoles. Allá no la tuvieron tan fácil. Después de doblegar militarmente a los mexicas, lo que seguía era doblegarlos mentalmente. Los méxicas eran un pueblo que permanecía muy ligado a sus tradiciones y a su propia lengua. No fue nada fácil convertirlos a la religión católica. La historia empieza con el primer obispo de Nueva España, Juan de Zumárraga, aunque este nunca narra absolutamente nada de lo que se le atribuye. Pese a que Zumárraga dejó cuatro obras doctrinales escritas, nunca dijo nada de la Virgen de Guadalupe. No hay un solo documento dejado por este obispo que se refiera a la supuesta historia que se le atribuye. Este cuento empezaría recién con el siguiente obispo, Alonso de Montúfar, quien en el afán de doblegar a los indios y reemplazar sus tradiciones paganas, les inventó una virgen pintada en un lienzo de cáñamo. Aunque nuevamente debemos advertir que Alonso de Montúfar tampoco dejó nada escrito, sino tan solo un lienzo pintado con una virgen.

La famosa pintura de la “Virgen de Guadalupe” fue ordenada por Fray Alonso de Montúfar, a un pintor indio de nombre Marcos Cipac de Aquino en la década de 1550. Esta aseveración se basa, en primer lugar, en que el propio manto está firmado por Marcos Aquino, a los ojos de cualquier buena lupa. Pero si esto no es suficiente, se conserva por escrito un sermón pronunciado el 8 de septiembre de 1556 en la capilla de San José, a cargo de fray Francisco de Bustamante, provincial de la orden franciscana, ante el virrey, audiencia y vecinos principales de la ciudad de México, en la que el padre Bustamante critica al culto a la virgen y señala que la imagen fue pintada por el indio Marcos Cipac de Aquino. Los franciscanos se oponían rotundamente a toda forma de adoración de iconos. Este sermón sería la primera denuncia histórica del fraude que estaría por empezar un siglo después, cuando se inventó la historia en torno a la pintura.

La historia se montó precisamente alrededor del cerro del Tepeyac, lugar del culto indígena a la diosa Coatlicue (“señora de la falda de serpientes”) o Tonantzin (“nuestra venerada madre” en nahuatl). Era tan persistente este culto pagano de los indígenas, que a Fray Alonso de Montúfar no se le ocurrió mejor idea que reemplazar su diosa por una virgen católica, para lo cual mandó pintar un lienzo con la virgen. Este lienzo está confeccionado básicamente de cáñamo y lino, fibras muy duraderas, como lo sabe cualqueira que haya tenido una prenda o un manto de estas fibras. No es un ayate, que es una tela hecha mayormente de fibra de maguey, de corta duración. Los tintes son los mismos que se empleaban en el siglo XVI, es decir, cochinilla, sulfato de calcio, hollín, etc. No es, como dicen los creyentes, un misterio para la ciencia. Incluso el manto ha pasado por numerosos procesos de restauración, contrariamente a lo que repiten los creyentes, quienes aseguran que se encuentra en “perfecto estado de conservación sin necesidad de cuidados y a pesar de que se mantuvo por siglos ante la intemperie”, lo cual es completamente falso.

Para 1895, la imagen estaba en tan mal estado, que la cambiaron a escondidas del público, encargándose de ello el Padre Plancarte. Para suplir el viejo cuadro se escogió uno que estaba en el convento de Capuchinas en la Ciudad de México, D.F. El diario “El Universal” del 3 de diciembre, de 1895, contiene las declaraciones del Padre Plancarte acerca de las lamentables condiciones en que se hallaba la imagen. Lo curioso es que en dicha restauración decidieron “modernizarla” y le quitaron la corona que originalmente lucía la virgen. Hecho que fue denunciado por muchos observadores acuciosos, pero silenciado por la Iglesia. Incluso señalan que la fisonomía y el traje cambiaron de aspecto. Cuando Plancarte fue confrontado por las transformaciones, inicialmente negó que la Virgen haya tenido una corona, pero fue desmentido por las copias que ya existían. Entonces dijo lo más salomónico: desapareció por un milagro de la Virgen. Cosa que, desde luego, todos los creyentes creyeron.

El templo a la diosa Coatlicue Tonantzin en el cerro del Tepeyac fue destruido por las huestes españolas, a la vez que destrozaron todos los ídolos para evitar su adoración. Sin embargo, la tradición indígena persistió, por lo que los franciscanos decidieron colocar una pequeña hermita. Con el tiempo, la intención de reemplazar los ídolos de adoración por una virgen pareció lo más salomónico. Los españoles, y en particular Fray Alonso de Montúfar, consciente de la importancia que tenía el culto a la diosa Coatlicue Tonantzin en el Tepeyac, mandó pintar la imagen de una virgen en la hermita, a fin de que los indígenas tuvieran algo visible para su adoración. La existencia de esta hermita está datada en 1530. Se supone que la aparición de la Virgen de Guadalupe, según la historia oficial, habría ocurrido en 1531. Aunque no existen relatos escritos de esta aparición sino hasta un siglo más tarde, cuando la veneración a la virgen estaba decayendo en la población y resurgía el culto a la diosa Coatlicue Tonantzin.

La historia que se conoce hoy sobre la Virgen de Guadalupe no aparece hasta 1649. Es el primer registro escrito y no es más que literatura. Es básicamente una obra literaria conocida como el “Nican Mopohua”, escrita aparentemente por Antonio Valeriano en lengua náhuatl. Aunque Valeriano murió en 1605, la obrita no fue publicada sino hasta 1649 para emplearla como instrumento de evangelización. Esta narración es parte de una obra mayor llamada “Huey Tlamahuizoltica”, mandada escribir por Luis Lasso de la Vega, vicario de la capilla construida en el Tepeyac y encargado de reformar el culto de los indígenas. Todas estas historias habrían sido urdidas por las mentes de los religiosos católicos con las claras intenciones de doblegar los ritos paganos de los mexicas o suplantarlas por ritos católicos. En suma, de toda esa fabulosa historia solo hay este librito de 1649 y el manto pintado en la década de 1550 por Marcos Aquino, y restaurado innumerables veces. El resto es cuento. Se han armado una cantidad innumerable de embustes alrededor de la pintura, como el que sus pupilas miradas de cerca contienen figuras humanas, y otras cosas aún más absurdas y delirantes. A lo largo de 450 años las versiones han estado sumándose y mezclándose formando lo que llamamos el "túmulo cultural", que es una especie de termitero humano que a fuerza de acumular versiones a lo largo de los siglos acaba teniendo una forma vital para la comunidad, y como tal es defendida por ella aunque su forma sea un absurdo y su origen, completamente irracional.

Un dato adicional en referencia a este mito religioso es que varios obispos mexicanos, conocedores de la verdad histórica y conscientes del fraude, se opusieron al intento del Vaticano de canonizar al inexistente indio Juan Diego, que no es más que un personaje de ficción literaria. Pero las disputas fueron acalladas y el Vaticano, una vez más, consagró el mito y santificó a Juan Diego.

La fuerza que tienen las creencias populares solo es comparable con su irracionalidad. Una vez que se ha establecido un credo, se empiezan a construir toda clase de mitos alrededor de él, edificando un castillo de falacias hermosas. Por una herencia étnica, los mexicanos son muy adoradores (los latinoamericanos, en general, lo que revela una curiosa característica antropológica). La cantidad de cultos mexicanos es tan amplia que incluyen a la “Santa Muerte”, un culto extravagante que por ahora la Iglesia Católica no avala, pero que ya lo hará si les conviene. Lo malo es que toda esa herencia de mitos irracionales y costumbres bárbaras de adoración se ha extendido por todo Latinoamérica.