jueves, 22 de enero de 2015

Dios es una discusión inútil


La mayor parte de los debates en que me veo envuelto con los creyentes gira obsesivamente en torno a la existencia de Dios, como si hubiera manera de probar su existencia. No la hay. Y el recurso infantil de pedir pruebas en contrario, es decir, probar que no existe es un absurdo. No hay que probar que algo no existe sino que sí existe. Los creyentes suelen presentar como pruebas hechos curiosos que han vivido o experimentado interiormente, pero que en ningún caso prueban nada. A lo sumo, se trata de coincidencias curiosas o fenómenos psicológicos internos perfectamente explicables. Los argumentos que emplean los creyentes para explicar los hechos de la realidad carecen de sentido lógico, son siempre adaptaciones caprichosas para justificar la intervención de un ser superior, tanto si los hechos ocurren como si no ocurren, o si son buenos o malos, siempre tienen una justificación que, desde luego, no hay forma de probar. Todo queda en el limbo de la fe y de la charlatanería.

Otro recurso muy empleado es citar a científicos creyentes, tratando de mostrar que su creencia no es algo descabellado, lo cual nuevamente es una falacia. Un científico gana prestigio por sus aportes muy concretos a la ciencia y no por sus creencias. Más allá de estudiar un aspecto concreto, como por ejemplo las bacterias bajo un microscopio, sigue siendo un ser humano común y corriente. Muchos científicos son unos perfectos idiotas fuera de su campo específico de trabajo. De otro lado cabe mencionar que cada vez hay menos científicos creyentes. Son muy malas noticias para los creyentes que se escudan detrás de los científicos. Dependiendo del campo específico y del país de procedencia, los científicos creyentes suelen estar entre el 7% al 40% en el peor de los casos. Y en este porcentaje se incluye a quienes no creen en Dios sino en alguna "fuerza especial" que ni ellos mismos saben explicar y que no coincide con las visiones de ninguna religión.

De otro lado, existen numerosas maneras de desvirtuar las ideas sobre Dios, empezando por perseguir el origen de esta idea en el pasado remoto, tal como lo han hecho las ciencias cognitivas. Se trata de una idea primitiva que ha sufrido una gran evolución a lo largo de los últimos diez mil años, desde los innumerables dioses que servían como explicación del mundo hasta el último dios que hoy aun queda para el beneplácito de miles de millones de personas que no hallan otra manera de entender la realidad. La idea de dios tiene una historia evolutiva que la explica por si sola. Hoy mismo existen diversas ideas de Dios. Cada religión del mundo tiene la suya y, más aun, podríamos decir incluso que hasta cada persona tiene su propia idea. De manera que resulta muy evidente que la idea de Dios es una idea humana que viene dando vueltas en las diversas culturas desde tiempos remotos.

La idea de una fuerza invisible que mueve las cosas ha estado a la mano desde que el ser humano inició sus primeros esfuerzos por entender el mundo. Es una idea que calza muy bien con la lógica humana, por lo que es bastante natural. Esta fuerza natural invisible fue llamada "ánima" por los griegos, de lo que derivan las palabras animal, animado, animación, etc. Pero la idea es mucho más antigua y ha recibido numerosos nombres. Otra idea similar es otorgarle una personalidad a dicha fuerza, de lo que resultan una gran variedad de entes imaginarios como gnomos, duendes, hadas, etc. Y posteriormente saldría la idea de dioses. Las culturas antiguas tenían una gran variedad de dioses y otra clase de entidades imaginarias que formaban parte de la vida. Paralelamente existían cultos a objetos sagrados como los astros, los fenómenos atmosféricos, los animales, etc.

Toda la riqueza imaginativa de los seres humanos formaba parte de su cultura y sus cultos en una especie de armonía feliz. Durante la época romana cada casa tenía sus propios dioses y hasta había seres divinos para cada habitación. El mundo humano estaba poblado de seres imaginarios que les hacían la vida más llevadera y entendible. Nadie se tomaba a pecho a sus dioses. Eran una especie de mascotas de la casa. Algo muy distinto ocurría con los cristianos. Estos sí que se tomaban a pecho a su dios y hasta se mataban por él. Sectas cristianas proclamaban ser los verdaderos herederos de la palabra de Dios. Tenían textos sagrados que les revelaban la verdad divina. Eran fanáticos.

Los cristianos fueron perseguidos por herejes y terroristas. Creían en un solo Dios y en un mensaje divino que se lo querían imponer a todos como la verdad, la única verdad, y derribaban santuarios y templos dedicados a los dioses paganos del pueblo. Ellos tenían una "verdad" y un "dios verdadero". Eso era toda una novedad en el mundo. Constantino decidió adoptar el cristianismo y convocó a las sectas cristianas más ruidosas y activas. Como era imposible lograr que estos se pusieran de acuerdo, lo que hizo fue imponer un credo y elegir los textos del evangelio que creyó más convenientes. En buena cuenta, la organización del cristianismo en la forma mayoritaria que hoy tiene se debe a una imposición imperial que incluyó novedades al margen de la Biblia y los evangelios, como designar el domingo al descanso y señalar el 25 de diciembre como fecha de la Natividad. Ambos en mérito al dios Sol que Constantino adoraba.

Las consecuencias más nefastas de la idea de Dios han sido, sin ninguna duda, las religiones. Desde el momento en que la custodia de la fe popular fue encargada a una burocracia que dependía de esa fe para subsistir, las cosas se transformaron radicalmente. La religión se convirtió en una organización política que detentaba el poder de manera directa o indirecta, además de riquezas. Y como el poder corrompe, la religión acabó corrompida. Esto llevó a la perdición de la religión provocando cismas, protestas reformistas y nuevas religiones. La idea de Dios ha sido sostenida y administrada por la burocracia religiosa como le ha convenido a esta, y el "mensaje divino" estuvo adaptándose a cada época y necesidad. No hay pues absolutamente nada sagrado ni trascendental en todo este mundillo de la fe y de las religiones. Todo es muy humano, incluyendo a las masas de fanáticos seguidores.

Pero sin duda el aporte más nefasto de las religiones ha sido la instauración de cultos y tradiciones sociales que ayudan a perpetuar el poder de la religión. No solo han ido por todo el mundo capturando mentes para imponer su fe a sangre y fuego, tirando al tacho las religiones nativas en una tarea de conquista vulgar, sino que se han asegurado de perpetuar su poder organizando la vida de las personas. Así es como se han asegurado de que los niños reciban el bautismo lo antes posible, con una serie de ideas muy convenientes para tal fin, como el pecado original. No deja de ser sorprendente que en pleno siglo XXI aun exista gente creyendo en el pecado original, la salvación del alma y la vida eterna, como si nada hubiera cambiado desde la Edad Media. Esto solo nos muestra el poder que tiene la prédica religiosa y el mecanismo perverso del adoctrinamiento en el hogar. 

Se han levantado banderas en defensa de ciertas libertades y derechos para asegurarse de que los mecanismos perversos de adoctrinamiento infantil estén garantizados. Se habla del "derecho de los padres" a inculcar en sus hijos sus creencias religiosas. Se ha convertido la fe en virtud. Es decir, la necedad y la tozudez de creer en algo solo porque si, es una virtud, porque así lo dice la jerarquía eclesiástica. Muy conveniente para ellos. Asimismo se considera una cualidad ser una persona creyente y se admiran las expresiones de fe, por histéricas y huachafas que sean. Se ha vinculado mañosamente a las religiones con preceptos de moral convenciendo a la gente de que la religión es fuente de moral, al punto de que se acusa a los ateos de inmorales, solo por ser ateos. Los rezagos del viejo orden feudal en que la religión regentaba el poder han sido perpetuados mediante ceremonias oficiales como la juramentación y los santos patrones, incluyendo símbolos del Estado como el himno y otros.

Toda esta enorme maquinaria de manipulación mental pasa totalmente desapercibida ante los ojos de las personas que viven inmersas en la cultura de la fe, y que son víctimas de ella. Son infectados con el virus apenas nacen. Luego defenderán absurdas tesis como "toda persona necesita creer en algo" sin percatarse de que han sido inducidos a creer en eso. A todo esto hay que sumarle las verdaderas necesidades psicológicas que la mayoría de la gente experimenta, tales como la necesidad de apoyo, la de seguridad interior y afecto, cuestiones que se habitúan a recibir desde su amigo imaginario llamado Dios, en un mundo problemático donde es difícil hallar una persona confiable de carne y hueso, aunque se trate de un mundo repleto de gente de fe.

Finalmente, en un mundo donde las religiones han caído en el desprestigio y hay una verdadera explosión de sectas novedosas disputándose a los incautos y necesitados de Dios, lo mejor que pueden hacer las personas es vivir como si Dios no existiera. Deberían aprender a vivir confiando en sí mismos sin esperar la ayuda del cielo, hacer el bien porque así lo dicta la ley y la razón y no porque lo manda un texto sagrado o en espera de una recompensa divina, deberían actualizar su pensamiento a las ideas de la modernidad porque toda sociedad evoluciona, en lugar de pretender imponer las ideas y preceptos de unos libros escritos hace milenios. Deberían ocuparse en aprender y conocer mejor este mundo y la realidad que les rodea en lugar de sumergirse en los textos anacrónicos de un libro que solo sirve para guardarlo en el museo. Deberían tratar de realizarse plenamente como personas en lugar de limitarse con la esperanza de ser recompensados en otra vida. Y sobre todo, deberían preocuparse en buscar soluciones realistas a sus problemas en lugar de dedicarse a orar y al culto de la adoración, que son las tareas más ociosas y absurdas inventadas por la humanidad. Ningún ser superior sería tan imbécil para pretender que sus criaturas se pasen la vida adorándolo. Y esta es finalmente la prueba final de que Dios no es más que el reflejo de la humanidad, de sus necesidades y esperanzas así como de sus limitaciones y miserias.

4 comentarios:

  1. ¿Jesús afirmó ser Dios?

    Muchos están dispuestos a aceptar a Jesucristo como un buen hombre, o un gran profeta, pero sostienen que Jesús nunca dijo ser Dios. Los que niegan el punto de Jesús deidad a cabo las escrituras que respaldan su creencia de que Jesús nunca la intención de ser adorado como Dios.

    La evidencia, sin embargo, indica que desde el tiempo de los apóstoles, Jesús fue adorado como Señor.[1] Después que los apóstoles murieron, varios líderes de primer y segundo siglo la iglesia escribió de la deidad de Jesús. Finalmente en el año 325 dC el liderazgo de la iglesia articulado la creencia de que Jesús es plenamente Dios.

    Algunos sostienen que la iglesia “inventó” la deidad de Jesús por volver a escribir los relatos del evangelio. De hecho, los mejores del mundo-venta de libros de ficción, El Código Da Vinci vendido más de 40 millones de libros, haciendo que la demanda (Ver “¿Hubo una conspiración de Da Vinci?“). Aunque el libro hizo su autor, Dan Brown, ricos, su relato de ficción fue desacreditada por los estudiosos como una mala historia. De hecho, el Nuevo Testamento ha sido considerado el “más fiable de todos los documentos históricos antiguos” (Vea. “son los verdaderos Evangelios?“).

    En este artículo vamos a examinar lo que Jesucristo dijo de sí mismo. ¿Qué quiso decir Jesús con los términos, “Hijo de hombre”, y “Hijo de Dios?” Si Jesús no era Dios, ¿por qué sus enemigos lo acusan de “blasfemia?” Más importante aún, si Jesús no era Dios, ¿por qué hizo aceptar la adoración?

    En primer lugar vamos a examinar brevemente lo que los cristianos creemos acerca de Jesucristo.

    ¿De Creador a Carpintero?

    En el núcleo del cristianismo está la creencia de que Dios vino a la Tierra en la Persona de Su Hijo, Jesucristo. La Biblia enseña que Jesús no es un ser creado como sus ángeles, sino es el mero Creador del universo. Como el teólogo J.I. Packer escribe, “Los evangelios nos dicen que nuestro Creador se ha convertido en nuestro Redentor.”[2]

    El Nuevo Testamento revela que, de acuerdo con la voluntad de su Padre, Jesús temporalmente puso a un lado su poder y gloria para convertirse en un diminuto e indefenso bebé. A medida que crecía, Jesús trabajo en un taller de carpintero, experimentó hambre, se cansó, y sufrió dolor y muerte como nosotros. Después a la edad de 30 años él comenzó su ministerio

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  2. Los evangelios canónicos son pura literatura. No contienen un gramo de historia en su personaje principal, de modo que no se pueden esgrimir como base para afirmar que dicho personaje existió y realizó las acciones que allí se consignan.

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  3. Parece ser que la persona de hasta arriba no leyó el post...

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  4. Hay ciertos puntos que tienen sentido. Pero, qué necesidad de emplear términos ofensivos contra los que creen una determinada religión. Solo se describe el "fanatismo cristiano" pero también sería bueno describir el fanatismo de la religión hindú, islámica, etc. Parece una publicación cargada de fastidio o repudio contra los creyentes de una determinada religión. Solo se muestra lo negativo. Si el que escribe este artículo tiene una cierta animosidad contra lo cristiano pues tiene derecho pero eso no implica el ofender. No se es bueno o malo por seguir o no una doctrina religiosa, eso es cierto. Pero quién dice que el no seguir a una divinidad hace que el mundo sea mejor, la historia de la humanidad está plagada de personajes creyentes o no que lideraron pueblos o influenciaron en el desarrollo de la humanidad, y en gran parte el mundo sigue dirigiéndose hacia la decadencia. El que haya cristianos o no, no es garantía de nada. Todas las personas sin duda alguna buscan satisfacer sus carencias de diversas índole ya sean afectivas, físicas o espirituales, o usted que escribe este artículo, ¿acaso no tiene carencias? y por ende ¿no las busca satisfacer? o de repente tal vez se considera un ser superior. Sea como usted satisfaga esas carencias pues empleará los métodos que usted crea necesario y no dejará que ningún otro le dicte la forma de como hacerlo, podrá luego compartirlo como experiencia mas no como una imposición para los demás. Lo mismo es con las religiones, son formas de suplir ciertas necesidades, a nadie se le obliga y pensar que el cristianismo en la actualidad obliga es mirar al cristianismo de la edad media. Estando tan avanzados en varios aspectos de nuestra sociedad ya es absurdo creer que a alguien se le obligue a creer en algo. O tal vez a usted lo obligaron y por eso de repente esa animosidad. De niños se nos puede enseñar determinada religión pero de adultos la gran mayoría toma sus propias decisiones y no necesariamente sigue la doctrina enseñada en la infancia. No se trata de atacar a los diversos pensamientos que existen en el mundo y menos aún descalificar o hacer menos a las personas que profesan ciertos dogmas, credos o pensamientos políticos. Pedimos un mundo mejor pero el fanatismo del creyente y del no creyente proliferan en una gran magnitud que anteponen sus creencias antes que el bien de la humanidad.

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